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El pasado 1 de enero se posesionaron los nuevos mandatarios locales en Colombia, entre ellos los alcaldes de las mayores ciudades del país y con mucho entusiasmo fueron recibidos en ciudades como Medellín, Cali y Bogotá. Estos tendrán los próximos cuatro años para desarrollar los planes de gobierno por los que fueron elegidos.
Personalmente me he hecho la pregunta de si los nuevos mandatarios entienden el rol que deben jugar las ciudades en la transición energética, y que esta, no es una conversación aislada a sus mandatos y liderada únicamente por el tradicional centralismo que caracteriza las decisiones más importantes del rumbo del país. Todo lo contrario.
Según datos del Banco Mundial, 56% de la población global vive en ciudades, y se espera que para 2050 esta tendencia siga creciendo duplicando el número de personas, es decir, que siete de cada 10 personas en el mundo vivirán en una ciudad. Esto implica un mayor uso de recursos, y por supuesto, de energía.
Hasta ahora se habla de planes y políticas para la transición energética en el gobierno nacional, pero ¿qué están pensando al menos las mayores ciudades siendo uno de los actores más importantes para el diseño de un futuro sostenible? Las ciudades son grandes actores energéticos y esto presenta retos tecnológicos, económicos y de planeación.
Está claro que los desafíos de las ciudades en América Latina son innumerables y los recursos escasos, particularmente porque es una de las regiones del planeta con la concentración urbana más alta. Precisamente estos retos de urbanización requieren de una planeación integral que no solamente considere los recursos energéticos para alimentar las necesidades de sus ciudadanos, sino también el cómo hacer de las ciudades lugares más sostenibles.
Lo anterior implica importantes inversiones, planificación y una visión a largo plazo que supere las ideologías de los funcionarios incumbentes, pero sobretodo, significa entender las necesidades energéticas de sus ciudadanos, su comportamiento y en particular, diseñar de manera integral los sistemas de transporte que para la mayoría de las ciudades son un dolor de cabeza.
Revisando ejemplos en América Latina, me encontré el Smart Rio Project, un proyecto de modernización del alumbrado público e infraestructura para el avance de un modelo de ciudad inteligente en Rio de Janeiro. Con este se espera, entre otras, disminuir el uso de electricidad para el alumbrado público entre 40% y 60%. Este proyecto también apoyará el proceso continuo de la ciudad en la digitalización de los servicios públicos.
Uno de los puntos a destacar del Smart Rio Project Rio de Janeiro, es que busca romper con la tendencia de la inequidad en las inversiones de infraestructura, por lo que el proyecto empieza con la adecuación del alumbrado público en las partes menos favorecidas de la ciudad.
El anterior es solo un ejemplo de posibles proyectos de nueva infraestructura energética en las ciudades. En este sentido, es clave entender las necesidades de energía de las mismas, considerar nuevas tecnologías, y asumir que estas son agentes fundamentales en la descarbonización y los planes de net-zero. Por lo anterior, los mandatarios locales se constituyen en actores fundamentales no solo para el futuro urbano, sino también para la consolidación de la transición energética y de la descarbonización.
