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Analistas 15/02/2024

¿Y la inversión en renovables?

Carolina Rojas Gómez
Executive Master of Management in Energy Norwegian Business School

Los países de América Latina tendrán que enfrentar muchos retos en los próximos años, particularmente sus principales esfuerzos deberán estar concentrados en superar la pobreza y disminuir la inequidad luego de que se agudizaran a raíz de los procesos inflacionarios que se han presentado en la post-pandemia.

Asimismo, varios gobiernos de nuestro continente se han volcado a fortalecer sus políticas de transición energética para hacerle frente al cambio climático, y si bien la matriz eléctrica en América Latina es menos fosilizada que en Europa o Estados Unidos, esta región siendo bastante vulnerable a su impacto, deberá principalmente enfocarse en políticas de adaptación.

A nivel general, el desafío de la política energética para los países en los siguientes años será el propender por un sistema que contenga y le haga frente al calentamiento global, mientras se le garantiza el acceso a la energía a una población en crecimiento, la cual debe avanzar de la subsistencia a la prosperidad.

En el caso de un país como el nuestro, una de las mayores oportunidades de las muchas que nos trae el despliegue de las energías renovables es el garantizar el acceso a la energía y atender la problemática de la pobreza energética, pero las prioridades de inversión y el despliegue de recursos para este tipo de proyectos se hará en aquellos países que comprendan la particularidad de los mismos.

Y en esto pareciera que Colombia se está quedando atrás; si bien el marco regulatorio construido en los últimos gobiernos es un referente para los países del continente, lo cierto es que el avance de la puesta en marcha de proyectos de energía renovable ha tenido muchos reveses.

Recientemente la Asociación de Energías Renovables - Ser Colombia, publicó un informe en donde explica que el incumplimiento de los plazos normativos en distintas entidades ralentiza la entrada en operación de los proyectos pues imposibilita el cierre financiero de los mismos, hito fundamental para su desarrollo.

Explica el informe que “53% del portafolio 2024 aún no tiene contratos de venta de energía y/o financiación (cierre financiero). Esto se concreta una vez el proyecto obtiene los permisos”. Lo anterior preocupa en la medida que a diferencia de un sector como el de hidrocarburos, que es un poco más resiliente, los proyectos de energía renovable tienen una sensibilidad económica superior.

Si Colombia quiere ser un jugador en el mercado emergente de energías limpias y ubicarse en una posición competitiva, debe entender las reglas del juego y no improvisar de manera que, además, ponga en riesgo la movilización de recursos requeridos para garantizar la financiación y viabilidad de los proyectos en energías renovables.

Su apuesta por una transición energética, así como debe ser justa y no poner en riesgo la seguridad energética nacional, debe a su vez ser consistente con los requerimientos de una inversión altamente intensiva en capital, que debe tener un retorno identificado y probado, siendo esta la única manera para atraer esta inversión.

Por último, para hacerle frente a la pobreza y a la inequidad es necesario tener recursos, y en este sentido debe entenderse que tenemos potencial energético, pero no somos un jugador importante en la industria mundial de energía, y que para aprovechar cualquier potencial, sea renovable o no renovable, el país necesitará de la inversión privada.

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