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Mientras Washington DC y New Jersey acaban de aprobar la legalización de la marihuana, a través de referendos que se llevaron a cabo el mismo día de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, en Colombia la Cámara de Representantes archivó el proyecto que buscaba regular el uso recreativo del cannabis para adultos.
Ya son 15 los estados en Estados Unidos que han despenalizado el uso recreativo de la marihuana desde 2012, sin contar a Uruguay y Canadá países pioneros en la región en esta materia. Y es que lamentablemente en Colombia este debate siempre se ha dado desde el prejuicio y los sesgos y dejando en un segundo plano la evidencia científica, el concepto de expertos y un profundo estudio de los beneficios económicos.
Este proyecto buscaba aclarar la normatividad constitucional y legal sobre el porte y consumo de uso del cannabis para adultos y abrir la puerta para que el Gobierno reglamentara su comercialización como se ha hecho con el alcohol y el tabaco. Vale la pena aclarar que el consumo de sustancias psicoactivas está permitido gracias a un desarrollo de la jurisprudencia de la Corte Constitucional, la Corte Suprema de Justicia y el Consejo de Estado.
Pero más allá de los argumentos políticos, jurídicos y sociales a favor de la regulación del consumo de cannabis, quiero llamar la atención sobre algunas consideraciones económicas en este debate.
La primera tiene que ver con la naturaleza del mercado del cannabis y la inelasticidad de su demanda que básicamente quiere decir que ante cambios en el precio no hay mayor cambio en el consumo. Por eso, la mejor forma para desfinanciar el mercado ilegal es con la regulación y legalización del porte y consumo para evitar que el mayor precio alimente la ilegalidad.
Lo segundo que quiero señalar es que con la regulación y reglamentación del cannabis se abren oportunidades económicas bastante importantes, por ejemplo en recaudo y en empleo. Esto porque la reglamentación permitiría la imposición de tributos altos del mismo modo como sucede con el licor y el tabaco y estos buscarían reparar a la sociedad por su consumo y financiar políticas públicas.
Otro argumento tiene que ver con el tamaño y el crecimiento del mercado de la marihuana. La oportunidad global del mercado de cannabis medicinal para 2025 será de US$166.000 millones. Solo en Estados Unidos el recaudo por impuestos al cannabis fue de US$315 millones en el estado de Washington y de US$600 millones en Colorado, por mostrar algunos ejemplos. Gran parte de este recaudo fue destinado a programas de educación y a políticas sociales.
En Colombia se estima que los trabajos alrededor de la industria del cannabis pueden llegar a ser igual de grandes al del mercado de las flores y que para 2030 la marihuana podría superar el recaudo fiscal de todo el sector agrícola, ubicando el recaudo por concepto de renta entre $1,2 y $3,5 billones.
Durante décadas Colombia ha tenido que pagar las consecuencias de tener un mercado ilegal de cannabis. Un costo reflejado en muertes, violencia y deterioro de las instituciones. Hoy tenemos la posibilidad de arrebatarle este negocio a la ilegalidad y generar empleos formales y un importante recaudo para el Estado. Es hora de privilegiar la evidencia sobre los prejuicios y abrirnos camino a las oportunidades que promete para el desempeño de nuestra economía.