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De las remesas y el fenómeno migratorio de las que hacen parte poco se habla en Colombia. De vez en cuando tenemos un titular sobre qué tan importantes son para la economía del país, pero de sus ramificaciones e impacto sobre las dinámicas económicas y sociales se sabe bien poco. Este rubro es tan grande como las exportaciones de carbón y café combinadas, sumando US$8.600 millones para 2021 que corresponde a 2,8% del PIB y 12,6% de los ingresos externos corrientes. Sólo en el primer trimestre de 2022 crecieron 15,6%.
La verdad es que hoy cuando el país se empobreció 30% aproximadamente fruto de la devaluación, es momento de darle una mirada al tema de la migración y las remesas y su impacto no solo en las finanzas sino en la manera como se vive en Colombia
El impacto de las remesas es diferente dependiendo de la región del país donde se miren. El Valle del Cauca es el departamento con mayor flujo de remesas con $4,45 billones solo en el primer trimestre de 2022, lo que equivale a que cada hogar “recibió” aproximadamente $4 millones en ese periodo.
En Cali, cerca de 28% de los hogares es receptor de remesas. Algunos estudios indican que el valor promedio de la remesas es de US$360 mensuales, es decir, $1,8 millones a la tasa actual. Las remesas provienen principalmente de Estados Unidos (52%) España (14%), Chile (5,9%), el Reino Unido (2,4%) y otros países con monedas apreciadas frente al peso.
Justo ahora que estamos en épocas decembrinas y llegan de visita al país muchos de los originadores de las remesas vale la pena hacernos preguntas sobre qué tipo de comportamientos suscitan en los hogares receptores.
En el mercado laboral, por ejemplo, cuando una persona recibe remesas por valores que en promedio pueden ser de $1,8 millones, se eleva su salario de reserva (el monto por el que un individuo está dispuesto a aceptar un empleo).
Así que en una ciudad como Cali puede haber un tercio de hogares recibiendo cantidades significativas de dinero que hacen que no tengan tanto interés en salir a trabajar y menos por un salario mínimo. Se oyen voces de empresarios con puestos de trabajo que no pueden llenar o con dificultades para retener a los empleados ¿Podría ser que la remesa como soporte económico del hogar, desincentiva el empleo? ¿Qué implicaciones tiene para el mercado y la política pública?
Es bien sabido que el dinero del exterior ha sido fundamental para fomentar la construcción y los negocios inmobiliarios. Desde 2006 hay estudios que señalan que el crecimiento, por ejemplo, en el mercado inmobiliario de Pereira y Dosquebradas, otros grandes receptores de remesas, alcanzó niveles de 75% en gran medida debido al aumento del flujo de remesas. El sueño de “tener casita” o de comprársela a la mamá lo cumplen muchos colombianos con dinero ganado de trabajo por fuera. Hoy 46% de los recursos llegan por medio de cuenta corriente o ahorros y hay decenas de entidades, e incluso un banco nuevo, dedicados al negocio.
Pero, lo cierto es que aparte de lo que se ha hecho con el Fondo Nacional del Ahorro para dirigir las remesas a la compra de vivienda, no hay productos innovadores, que apunten a los anhelos de los hogares y familias. Para educar hijos, nietos y sobrinos, por ejemplo, no hay productos de ahorro programado u otras facilidades para el estudio en buenas universidades o para la compra de útiles, libros o cursos on-line para el colegio o estudios superiores. No se tienen políticas y productos que aprovechen el enorme poder para mejorar el acceso y calidad de la educación.
Lo cierto es que removiendo y estudiando el fenómeno migratorio y el dinero que mandan los familiares desde el exterior podemos descubrir filones y oportunidades para mejorar nuestro entorno. ¿Será que para el 2023?