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El Dane acaba de presentar los resultados de enero a abril de 2021 de la Encuesta Nacional del Uso del Tiempo, la cual permite medir la dedicación de los colombianos al trabajo no remunerado, tal como las tareas domésticas y demás actividades de cuidado de miembros del hogar. Las cifras aunque no son una sorpresa, sí son preocupantes. Y es que 90,8% de las mujeres mayores de 10 años en el país participan en actividades de trabajo no remunerado, mientras que solo el 63,8% de los hombres dedican tiempo a estas labores.
Por el contrario, la mayoría de los hombres (52,6%) dedican tiempo al trabajo remunerado, mientras solo el 28,9% de las mujeres puede hacerlo. Esto quiere decir que, en promedio, sólo 1 de cada 3 mujeres participa en actividades pagas en Colombia. La encuesta también revela que las mujeres dedican más del doble de tiempo en labores no remuneradas que el que destinan los hombres. Mientras estas emplean alrededor de 8 horas diarias en estas labores, los hombres solo dedican cerca de 3 horas.
La participación de mujeres en actividades de trabajo no remunerado es aún más alta cuando hay hijos en el hogar (94,9%), mientras que la participación de los hombres en estas actividades no varía mucho si tienen hijos. En general, en Colombia, las mujeres dedican en promedio más tiempo a las actividades no pagas que a aquellas que son remuneradas. El género es un determinante en las brechas de desigualdad en el tiempo dedicado a actividades remuneradas. La participación de la mujer en la economía es inferior frente a la de los hombres y esto se explica tanto por factores culturales como por falta de oportunidades.
La participación femenina en el mercado laboral también es baja. Según el Dane, el desempleo femenino a nivel nacional se ubicó en 19,4% en mayo de este año, muy por encima del desempleo masculino que fue del 13%.
Esta baja participación de la mujer en las actividades remuneradas se termina traduciendo en la falta de presencia femenina en la economía, lo cual también se refleja en sus menores niveles de acceso al sistema financiero y su menor participación en la actividad empresarial.
Por ejemplo, a través de la nueva casilla en el Rues, que creamos para identificar las cifras de participación femenina en el ámbito empresarial, identificamos que de las 278.302 empresas creadas en 2020, solo 20,6% tienen mujeres en su planta de personal y solo 3,4% tienen, al menos, una mujer en cargos directivos.
No hay duda que las brechas entre hombre y mujeres siguen siendo un problema que necesita atención urgente en Colombia. Por eso, la semana pasada radicamos un proyecto de ley para fomentar el desarrollo empresarial, el emprendimiento y la formación de la mujer a través de dos mecanismos.
Primero, garantizando un porcentaje obligatorio de participación femenina en todos los programas y proyectos enfocados en el desarrollo empresarial e innovación a nivel nacional, y segundo, fomentando la vinculación de la mujer en los programas de formación en carreras Stem (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) de universidades públicas y el Sena. Los asuntos económicos de las mujeres deberían ser un asunto prioritario en la agenda nacional. Como país tenemos la responsabilidad de cerrar estas brechas de género históricas, desarrollando mecanismos reales de participación económica.