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Se dieron a conocer las cifras de empleo del Dane y son aterradoras. Más de una quinta parte de los colombianos ya no está trabajando aunque quiere y puede hacerlo. Y las brechas frente al promedio nacional son aún más acentuadas en algunas ciudades y regiones, así como para las mujeres y para los jóvenes.
En el tema de mujeres es un verdadero escándalo que por cada hombre que no tiene empleo, dos mujeres están en la misma situación. Esto se exacerba en ciudades como Cali en donde el desempleo femenino para el trimestre comprendido entre abril y junio alcanzó 31,8%. Y donde alrededor un tercio de todas las mujeres activas están buscando trabajo.
Se debe en gran medida a que un número importante de mujeres trabaja en sectores como turismo, gastronomía, belleza, servicio doméstico y comercio, entre otros, que se han visto fuertemente golpeados por la pandemia y las restricciones propias de las cuarentenas. Y es que las personas de más bajos ingresos tienen más posibilidad de ser despedidos y menos probabilidades de trabajar desde sus casas.
Por su parte, el desempleo de los jóvenes llegó a 29,7%. En medio de la pandemia, para los menores de 28 años es todo un reto acceder a un trabajo. Según reveló la plataforma de búsqueda de empleo para estudiantes Work University, la difícil situación que enfrentan las empresas ha generado que estas cancelen los contratos de aprendizaje con el fin de minimizar gastos.
Para acabar de completar el oscuro panorama del empleo en Colombia hay alertas sobre una posible recuperación en la que el crecimiento no vaya de la mano con volver, por lo menos a los mismos empleos de antes de la pandemia. Esto se junta con que ya veníamos teniendo crecimiento sin empleo antes de que entráramos en esta crisis.
Ya en febrero y noviembre del 2019 se prendieron alarmas por este tipo de crecimiento. Ahora con pandemia de por medio algunos empleadores se han dado cuenta que pueden operar con menos personas o con menos hora-hombre. Por eso no sería raro que la recuperación de la economía se haga con empresas creciendo, pero sin que esto se vea reflejado en más empleos, a menos no formales.
¿Será que la recuperación va a acelerar los procesos de automatización? ¿Será que paradójicamente nos va a aumentar la productividad laboral por esa vía? Pero ante todo ¿Qué se puede hacer para que los recursos públicos y los empujoncitos que se dan desde el Estado para ayudar a cerrar brechas sean efectivos y el tema del trabajo no se nos quede embolatado en esta recuperación?
Un análisis de la firma de inversión Blackstone para Estados Unidos, y que nos da luces para el resto del mundo, señala que el empleo demorará en recuperarse y que la economía no llegará a los niveles de 2019 en términos del PIB sino hasta 2022. También señala que las cuarentenas han vuelto a los consumidores más cautelosos, que el ahorro se ha incrementado, el turismo y los viajes seguirán estando restringidos y las personas mayores y más vulnerables tienden a quedarse en casa hasta que haya una cura o vacuna disponible.
Nos enfrentamos a un panorama desafiante. La reactivación económica no da espera, pero debe ir acompañada de una apuesta decidida para que el crecimiento de las empresas esté acompañado de más empleo, especialmente para mujeres y jóvenes donde la brecha sigue creciendo.