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Después de las elecciones se especula sobre quiénes acompañarán a los que lograron su propósito; “gabinetología” que llaman. Por supuesto, se dedican las primeras horas a estar pendientes de los escrutinios, que en muchas ocasiones han resultado ser salvadores para algunos aspirantes. Incluso, se pregunta por el destino de aquellos que invirtieron sus ganas, esfuerzos y recursos para lograr uno de los escaños que se encontraban en disputa y no lo lograron.
Esta dinámica deja un poco ocultas dos de las más importantes actividades de este momento: los empalmes y la evaluación o valoración de los resultados de las administraciones.
Y es aquí cuando quiero referirme a una práctica que pocas veces se ha llevado con determinación a política pública en nuestro país, pero ha demostrado ser exitosa: La alianza público - privada - academia; una tríada que se construye con voluntad y confianza, que viene demostrando en los países desarrollados una alta efectividad y se logró consolidar en diversos temas de nuestro departamento y distrito capital con sus actores. Los ejemplos están en el Plan de Ordenamiento Territorial y la expansión ordenada del área Metropolitana, la constitución de Atlanticonnet para impulsar el Ecosistema de ciencia, innovación y tecnología, el impulso a los proyectos de gran envergadura como el de la navegabilidad del Río Magdalena y muy especialmente la proyección del territorio para el desarrollo energético y de turismo de negocios, entre otros temas.
Cuando se entiende que dentro del rol de cada cual se comparten intereses y se logra trabajar colaborativamente, los resultados son maravillosos.
Cuando la academia entrega su conocimiento a la empresa y prepara el recurso humano que esta necesita, el sector público contribuye a dotar de infraestructura social que permita atender las necesidades de la gente, gestiona y hace conexiones efectivas; el sector privado abre sus puertas para que se articulen todos, se genera la confianza entre los actores y hay ganancia.
Trabajando unidos, esta alianza es imbatible y es la manera más expedita para hacer crecer la economía de un territorio de la mano de la innovación y modernización de los procesos internos en cada uno de dichos actores.
Sea esta la oportunidad para convocar a las nuevas administraciones a unir esfuerzos para el logro de propósitos comunes, atraer inversiones, buscar apoyo de la ciencia y crear innovaciones empresariales que logren impulsar y dinamizar la economía para crecer.
Retos hay. Es necesario contar con más puestos de trabajo de calidad para los jóvenes, es fundamental revaluar el tipo de competencia y conocimiento que se necesitan en la era de la digitalización y la cuarta revolución industrial.
Es necesario apuntar a la transformación integral del ser humano. Así como muchos observan con desdén a quienes, hoy por hoy, protestan, nos debemos preguntar qué tanto hacemos por formar ciudadanos confiables o ciudadanos de honor.
Bien lo afirma el Principito de Antoine de Saint-Exupéry: sólo con el corazón se puede ver bien, lo esencial es invisible para los ojos. Fortalecer la alianza público - privada - academia debe ser un propósito que asuma-mos todos para generar esa fuerza invisible que cambia historias.