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Por más de medio siglo, las mujeres han planteado argumentos sólidos que demuestran que las actividades del hogar, que puede hacer terceros, tienen un el valor productivo que la corriente económica se niega a entender. Este esfuerzo por demostrar la incidencia del cuidado en variables económicas se define como la economía del cuidado no remunerado que implica el reconocimiento de su relación con variables fundamentales en el análisis económico.
A diferencia de lo que sostienen los economistas, incluyendo al profesor Castaño, la economía del cuidado no remunerado:
[1] Si crea valor económico porque [a] es trabajo y demanda tiempo; [b] utiliza insumos del mercado; [c] agrega valor; y [d] ofrece nuevos productos y servicios para los miembros de la familia y de la sociedad.
[2] A las preguntas: [a] ¿Si la sexualidad produce a las personas… se aumentan el PIB? Obvio que sí, de donde cree usted que sale la fuerza de trabajo del mundo, uno de los tres factores reconocidos como críticos para el crecimiento. Pero no solo la produce, la cuida y la regenera para que pueda trabajar y producir todos los días. [b] ¿Si las tareas de las mujeres crecen con la pandemia… se aumentan el PIB? Si, y no solo con la pandemia sino porque las están haciendo terceros remunerados; pero además, desde antes de esta como lo prueba la medición del uso del tiempo. ¿O cree que las cifras de contribución de las mujeres al PIB superior al 19% son una ficción del Dane, Cepal, Ocde, y 18 países más en el mundo?
[2] Sobre la monetización del cuidado: la prueba reina es lo que ha pasado durante el covid-19. Solo dos sectores no pararon, la agricultura y el cuidado remunerado y no remunerado. Esta pandemia rompió el llamado productivity boundery entre lo tradicionalmente considerado monetizable y lo no productivo. Terceros comenzaron a hacer tareas del hogar con un sueldo para que las mujeres pudiesen dedicarse a enseñar a sus hijos y cuidar de los enfermos en el hogar.
[3] La interpretación personal del pensamiento de otro no lo convierte en realidad. Sus palabras no son las mías. Sin embargo, si hay importantes economistas que consideran la especialización del capital humano donde se incluyen todas las actividades, generen o no ingresos, como parte de la maximización de la producción. Léase a Gary Becker quien ve el trabajo de la mujer en el hogar como capital humano importante para el desarrollo. Una nota adicional, la economía de la guerra existe, y el ocio es una variable económica necesaria en todo Modelo de Equilibrio General Computable. Ah sí, el gasto —de cualquier tipo— también es parte de la economía.
[4] Tres siglos atrás, las tareas del hogar eran vistas por Adam Smith como benevolencia, caridad, y no debían esperar más retribución que el agradecimiento. Mucha agua ha corrido en esos 300 años y las mujeres, como la economía, han evolucionado. Pero además, el cuidado no es una emoción, y prueba de ello es la forma como Marx lo define: como la capacidad del individuo de cuidarse para producir lo suficiente para su bienestar. Que la humanidad sea una característica intrínseca de las mujeres como afirma Smith, no elimina la función económica del cuidado como clave para la producción y el desarrollo.
Su confusión sobre el tema es tan evidente que debo aclarale lo que sí pienso: [1] No se trata de remunerar a las amas de casa sino de distribuir su carga de trabajo entre terceros que puedan hacerla por remuneración. [2] En otras palabras es generar empleo para toda la población con vocación de cuidado. [3] Generar empleo y salarios no redistribuye el PIB sino que lo aumenta.
Como coincidimos en que se puede ser economista y apoyar el feminismo, le voy a enviar mi libro Bases para un Nuevo Modelo de Desarrollo con Igualdad de Género donde podrá realmente conocer lo que pienso y como lo estoy haciendo.