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Analistas 28/11/2024

El deterioro del modelo de financiamiento de la educación superior

César Mauricio Rodríguez Zárate
Teniente coronel (RP) PhD. Research Associate Leiden University

Cuando surgió el Icetex en 1950 en el gobierno de Mariano Ospina Pérez, el decreto 2586 planteaba entre las consideraciones legales para justificar su creación, la difícil situación de orden público por la que atravesaba el país, indicando que el acceso a la educación por parte de las “clases media, campesina y obrera” era una forma de mitigar la violencia. Hoy cuando los recursos para los préstamos a casi un millón de estudiantes están en vilo, es pertinente poner en contexto la situación y los desafíos que afronta.

Esta entidad ha contribuido durante más de 70 años al mejoramiento de las condiciones de crédito y acceso a la educación superior de miles de jóvenes. Sin embargo, enfrenta serios problemas de sostenibilidad producto de un modelo financiero obsoleto que no ajustó los mecanismos de gestión de cartera, operación del préstamo y principalmente, su modernización como entidad financiera especial del Estado.

Con una cartera vencida de 22,9% y sin recursos para los beneficiarios actuales, nuevamente la educación y los jóvenes entran en una terrible situación de incertidumbre. De los $1,5 billones que deben destinarse para subsidiar y facilitar el acceso a la educación superior, sólo se ha proveído la tercera parte. A punto de cerrarse las matrículas para 2025, no hay certeza sobre los recursos. Se juega con la educación, acentuando la desocupación juvenil y el desempleo, desacelerando el ritmo que requiere la formalización, la capacitación de la mano de obra y la profesionalización laboral.

Esto corrobora una vez más la falta de planeación, ejecución y gerencia del gobierno. Dentro del amplio espectro de la administración pública, hay cuestiones inaplazables como la salud, la seguridad y la educación; destruir la capacidad técnica, el know how y el talento humano de sus instituciones, por la burocratización y malas prácticas, es condenarlas al fracaso. Eso es lo que hoy vive este sector: politizado, sin experticia, sin recursos y sin una reforma estructural que mejore su calidad y financiamiento.

El crédito para la educación superior con enfoque social, es fundamental porque anticipa la formalización laboral como incentivo para lograr el pago del crédito, democratiza el acceso a jóvenes talentosos e impulsa el emprendimiento. En su informe de gestión 2023, el Icetex alcanzó casi 930.000 beneficiados, 2,6% más que en 2022. Es evidente el interés de los jóvenes en acceder a mecanismos que contribuyan a su educación y movilidad social.

La idea de convertir la entidad un banco estatizado de primer piso no soluciona el problema; por el contrario, propongo trabajar en repensarla institucionalmente con un modelo operativo de préstamos a través de las mismas universidades, logrando una ejecución auditada, rentable y sostenible para las partes, desestimulando además la deserción y caída en matrículas que hoy afecta a estos claustros educativos.

Por qué no pensar en crear unos canales de prioridad de empleo para los acreedores egresados, en las empresas industriales y comerciales del Estado, que con base en su capital público armonizaría el pago de la deuda. Es necesario también revisar la cartera condonable, que alcanza medio billón de pesos, logrando además desincentivar la dañina cultura del subsidio.

La falta de educación es el origen de todos los males: de la corrupción, del narcotráfico, de la inseguridad, de “correr la línea ética” … El progreso y la equidad llegan a las naciones cuando economía, seguridad y educación están garantizadas. No permitamos que se deterioren más por improvisación y la falta de vergüenza a la que nos quieren acostumbrar.

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