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Y llegó la guerra comercial entre Estados Unidos y China, a las puertas de Europa, quién lo creyera … de aliado a competidor, de la apertura al proteccionismo. La decisión de Trump de imponer aranceles de 25% a productos europeos encendió las alarmas del tablero geopolítico y económico mundial. Si bien no somos el blanco directo de estos aranceles, la posibilidad de represalias comerciales por parte de la Unión Europea podría desencadenar una cadena de restricciones y contramedidas que afecten el comercio global. ¿Cuál es su impacto en Colombia?
Históricamente, el país ha sido un aliado estratégico de Estados Unidos, imperando la visión de relaciones internacionales del réspice polum: mirar hacia el norte, acuñada por Marco Fidel Suárez en 1918. Esta decisión de la administración Trump obliga a observar con cautela, este viraje de su principal socio en la política comercial. Si bien, las medidas arancelarias inicialmente se dirigen hacia Europa, la historia enseña que en el ajedrez internacional, los movimientos de las grandes potencias generan ondas expansivas que alcanzan a todos e impactan con mayor severidad a países con economías emergentes como la nuestra.
La economía colombiana, con su fuerte dependencia de las exportaciones hacia el mercado estadounidense, podría enfrentar desafíos significativos. En 2024 nuestras exportaciones cayeron 0,4% sin superar los US$49.770 millones, lo que sumado a la maltrecha situación de la economía y la compleja la crisis fiscal, hace que estas ondas expansivas, cuando lleguen, nos golpeen con mayor rigor. Puede que no en lo inmediato, pues los mercados directamente involucrados son los que reaccionan con mayor nerviosismo: en Estados Unidos el Dow Jones cayó 700 puntos o el S&P 500 reporta una caída de 10% para cerrar marzo; pero sí de forma colateral a países como el nuestro, generador de materias primas y dependiente de quienes imponen esas reglas de mercado.
En contexto, productos emblemáticos colombianos que se requieren para la producción en el comercio entre el norte y se venden al exterior como el hierro, el acero y las manufacturas de minerales no metálicos, entre otros, podrían encontrar mayores barreras para acceder a mercados internacionales, reduciendo nuestra competitividad y afectando sectores clave de la economía.
Además, la incertidumbre generada por estas disputas comerciales suele tener un impacto directo en los mercados financieros. El oro que ha presentado un repunte en el precio durante el último año, contribuyendo a la generación de ingresos a la nación, desde el sector minero y es un activo refugio, como el dólar, tienden a fortalecerse en tiempos de tensión económica ¿Qué le ocurre al bolsillo de los colombianos? Pues puede depreciar aún más el peso, encareciendo las importaciones, los costos de producción y finalmente los mismos productos, es decir, eleva la inflación.
Recordemos que en materia macroeconómica, un dólar más costoso, también incrementa el costo de la deuda externa, presionando las finanzas públicas y limitando el recursos para las urgentes y necesarias inversiones en infraestructura y desarrollo social, que están impactando también la seguridad en las regiones y son las que finalmente le otorgarían margen de maniobra gubernamental para solucionar esas causas de la violencia. Una cascada de efectos que afecta la vida del ciudadano de a pie.
Los aranceles no son nuevos, son herramientas de estrategia en el comercio internacional y se les aprovecha de acuerdo con el momento político global y el interés económico de cada país. Hoy el escenario mundial ha cambiado. En este escenario de incertidumbre, la prudencia y la visión de largo plazo deben guiar las decisiones macroeconómicas. Que no se nos ocurra otra salida en falso, un alarido de “dignidad” por redes sociales o la espera pasiva sin tomar decisiones estratégicas que protejan la producción nacional, las exportaciones y al consumidor.
Ante lo impredecible, prudencia, decisión y astucia. Colombia debe navegar estas aguas turbulentas con diplomacia y determinación, protegiendo también sus intereses, pero con apertura al diálogo comercial, sin perder de vista la importancia de la cooperación y la construcción de un orden económico global más justo y equilibrado. Para esto se necesita timonel, dirección, liderazgo político y siempre el acompañamiento del sector privado, que en esta, como en muchas otras ocasiones, son los que han aguantado y sacado adelante nuestra economía.