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Hace días se hizo viral el video de un policía rompiendo el vidrio de un vehículo para contener las maniobras peligrosas de un conductor. Minutos después se conoció el “detrás de cámaras”: temerariamente había embestido a los uniformados y puesto en riesgo la vida de quienes se movilizaban hacia el aeropuerto El Dorado en Bogotá. La situación se resolvió con la actuación de la Policía.
Como este, cada semana se registran acciones por vías de hecho en diferentes partes del país, que perturban el transporte y la economía, y en todos se reclama que actúe la Policía, pero nadie habla de necesitar policía -con minúscula y sin pronombre- ¿cuál es la diferencia?
Errónea e históricamente se ha creído que policía es la institución con sus uniformados; sin embargo, desde la fundación de la República, policía se entendía como ese conjunto de condiciones necesarias para lograr que el Estado funcione. Platón la definió como “la vida, el reglamento y la ley por excelencia, que mantiene la ciudad”, Aristóteles como “el buen orden”, de ahí la palabra griega polis=ciudad, de donde se deriva policía=orden.
Hoy más que nunca necesitamos policía, se clama por orden. La ciudadanía exige que frente a sus demandas haya policía, es decir que existan condiciones para que la sociedad funcione sin conflicto. Cuando no las hay, se desborda, con comportamientos no cívicos o con violencia, entonces falló el orden y la gestión pública necesaria para subsanar sus causas: falta de educación, servicios públicos, disrupción familiar, desocupación juvenil, desempleo, etc.
La resolución de ese cúmulo de problemas del país no se le puede seguir cargando a la Policía. A la Institución no le corresponde remover las causas de esa perturbación, sino la perturbación y al hacerlo, no garantiza que se solucionen. Aún hay servidores públicos que como autoridades de policía, se rehusan atenderlas y las postergan, acumulando verdaderas “bombas sociales” que al estallar, no dejan otra opción que pedir sean atendidas por la Policía, sin resolver de fondo el problema.
Por otra parte, también se necesita de la Policía. En un país donde persiste el narcotráfico y organizaciones de crimen, contrario a las narrativas que procuran debilitarla, se requiere un cuerpo de policía fortalecido, respaldado con recursos y voluntad política, con las mejores capacidades para enfrentar los delincuentes que se marginan de ese orden: los que amenazan la convivencia como fin de policía. Los países que disfrutan de seguridad, poseen una Policía fuerte que goza del apoyo de sus gobernantes, pues saben que sin ella, no pueden llevar a cabo sus planes de gobierno con éxito.
Sin duda hoy el país cuenta con la mejor Policía de su historia: profesional, respetuosa de las instituciones y la democracia, modelo para las policías del mundo, pero de nada sirve si no se acompaña de policía, es decir de: orden y convivencia, y esta viene tanto de la ciudadanía como de sus gobernantes, de la promoción del comportamiento responsable, cívico, respetuoso y ejemplar de todos. Por eso, en Colombia sí que necesitamos policía y mientras estén quienes quieren afectarla, muy especialmente de la Policía.