Deslegitimando al Estado de Israel

Amnistía Internacional publicó hace poco un absurdo informe antiisraelí, en el cual la realidad se distorsiona y en el que se realizan acusaciones indignantes contra el Estado judío. Esencialmente, una colección de falsedades, inconsistencias y puntos de vista tendenciosos. Las mismas viejas mentiras, en un nuevo paquete.

El informe tergiversaba totalmente la realidad existente en Israel, ignorando el hecho de que, en realidad, se trata de una democracia fuerte y vibrante.

El Estado de Israel concede igualdad social y política a todos sus ciudadanos, independientemente de su religión o raza. Los miembros de las comunidades árabes en Israel, tienen exactamente los mismos derechos democráticos como cualquier otro ciudadano israelí. Por consiguiente, es sensato, que Israel rechace vehementemente el intento de Amnistía de calificarlo de otro modo con este informe poco confiable e inexacto.

La composición del actual gobierno israelí es un testimonio sólido del vigor de su democracia. Actualmente, tanto el gobierno como la Knéset, en su conjunto, reflejan toda la diversidad y la inclusión que representa a Israel. Sus ministros incluyen tanto a judíos como a árabes, incluso un partido islamista hace parte de la coalición, quien igualmente rechaza las conclusiones del absurdo reportaje de Amnistía.

Está claro, por lo tanto, que este informe, así como los informes previos de otras organizaciones promotoras del odio, fueron diseñados a fin de alcanzar un objetivo importante: denigrar al Estado de Israel a los ojos de la comunidad internacional y erosionar su derecho a existir como el Estado nación del pueblo judío.

Israel fue establecido en 1948, con un amplio apoyo de la comunidad internacional. Aunque se fundó como el Estado judío, Israel se estableció, ante todo, como una democracia. Un valor central de la democracia israelí ha sido siempre que todos los ciudadanos son iguales, y la ley garantiza un tratamiento igualitario, además de las libertades fundamentales para todos. Por consiguiente, la afirmación de Amnistía de que Israel fue fundado sobre la “discriminación” entre judíos y árabes, debe ser fruto de la ignorancia o de pura aversión.

Este informe muestra a Israel y a sus líderes como algo exclusivamente malvado, aplica a Israel una crítica que no se adjudica a ningún otro país, y pretende socavar el derecho fundamental de Israel a existir, al tiempo que no menciona una sola palabra contra los regímenes más corruptos y asesinos, como Siria o Irán. Utiliza el doble rasero y la demonización, con el fin de deslegitimar al Estado de Israel. Estos son los componentes
exactos del antisemitismo moderno según la Alianza Internacional para la Memoria del Holocausto (IHRA).

Amnistía ha sufrido varios golpes a su reputación y credibilidad a lo largo de los años, y no sorprende que este informe haya sido elaborado por su filial londinense, ni que esté plagado de citas de su Secretario General, Agnés Callamard. La filial londinense ha adquirido notoriedad por su xenofobia y ahora, por su antisemitismo, con decenas de sus empleados que se han presentado en los últimos meses para protestar por la atmósfera de racismo dentro de la organización. Las mentiras repetidas de este informe no cambiarán la realidad, pero harán que Amnistía sea una organización irrelevante e ilegítima.

Israel fue establecido sobre los valores de la democracia y la inclusión, y está abierto a la crítica y al control. No obstante, a lo que no está abierto es a la difamación absoluta y a la negación categórica de su derecho a existir. Ningún país del mundo toleraría que se lo calificara y calumniara de manera tan flagrante. Instamos a Amnistía Internacional a retirar su informe malicioso y engañoso, aunque sólo sea, para salvar lo que queda de su reputación.

Dado que Israel reabrirá sus fronteras a partir del 1 de marzo, les invito a visitar y ver con sus propios ojos la realidad de nuestro país y que juzguen por ustedes mismos.