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La falda siempre será símbolo por excelencia de la mujer y no hay que dejarla morir. Nosotras amamos usar pantalones, y aunque su uso tiene connotaciones sociales, una buena falda del tamaño, estilo, color y material que sea siempre nos hará lucir esa esencia con la que nacimos y que nos honra, que nos ennoblece y que nos exalta. La feminidad.
Sentirnos cómodas, seguras con lo que llevamos puesto, y por ahí derecho, bonitas, debería ser la premisa para usar cualquier prenda y en este caso particular aún más.
En clima frío, una falda acompañada de unas buenas medias que cubran de las bajas temperaturas, y con unos zapatos altos o bajitos o incluso botas, nos protege igual o de pronto más que unos buenos pantalones.
En clima cálido, usarlas libres como el viento, solo llevando unas piernas bien depiladas, con unas sandalias, baletas o tacones, nos da mayor libertad de movimiento.
Combinarlas es fácil y práctico pues siempre quedan bien con una camiseta, con una blusa, un chaleco, un sueter o una chaqueta.
Y con unas medias que contrasten, de un color que vibre, nos lleva a marcar la diferencia.
Si se usa corta, como condición primaria debe saber que los ojos estarán centrados en las piernas, razón por la cual estas deben ser, si no atléticas, sí torneadas y curvilíneas.
Si se prefiere larga, hay que tener en cuenta que dependiendo de la dimensión de nuestras extremidades inferiores nos hará lucir, a veces, más bajitas de lo que en realidad somos.
Falda recta, tipo A o acampanada, plisada, de capas o boleros, con transparencias, de cortes asimétricos, péplum, ajustada, tipo globo, maxi, mini, falda pantalón. Como ven, el universo de esta prenda es bastante amplio y ofrece muchas posibilidades de silueta.
Para el trabajo, en fin de semana, para una fiesta… Póngase la falda del color que más le gusta y seguro se vuelve a enamorar de ella.
¡Use menos pantalón y arriésguese a llevar más falda!