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El BID (Banco Interamericano de Desarrollo) en su publicación insignia Desarrollo en las Américas (DIA), titulada La Confianza: como clave de la cohesión social y el crecimiento en América Latina y el Caribe, reconoce que las personas mal informadas y no empoderadas tienen más probabilidades de creer que otras personas, las empresas o el gobierno se aprovecharán de ellas. Frente a este desafío señala que se requiere un doble enfoque: por un lado, informar y empoderar, y por el otro, aumentar la confiabilidad.
Hacer frente a este desafío es una invitación a redefinir el tablero de la comunicación hacia un modelo en el que las comunidades pasen de ser meramente receptoras de información, a ser partícipes activas de los procesos.
Un modelo que privilegie el diálogo como herramienta de apertura, conocimiento, escucha y aproximación a las comunidades, para lograr un mejor entendimiento que sume a la creación de confianza, que haga uso de la consulta para indagar, revisar, medir, testear, reenfocar, anticipar y de esta manera generar un proceso en el que la comunidad se siente parte de la validación (es tenida en cuenta en el proceso; no es algo impuesto). Finalmente, la participación como instrumento de vinculación activa de la comunidad, volviéndola gestora e incluso protagonista de los procesos de comunicación.
El nuevo tablero presenta una formula sencilla y potente: informar, formar y cocrear, alimentando la ecuación de forma permanente con una estructura de escucha activa, dando como resultado un sistema virtuoso que permite construir sobre las diferencias, entender las realidades y las corresponsabilidades.
El reto es pensar fuera de la caja del sistema tradicional de comunicar e incluso a trascender en lo que es obvio y que las mismas normas y regulaciones exigen: informar. Se trata de comunicar para conectar, desmitificar, acercar y hacer partícipes.
En Colombia, muchas organizaciones ya vienen aplicando este nuevo tablero con beneficios tangibles en la construcción de confianza con sus comunidades, las cuales sienten la escucha activa como un instrumento de validación.
Reciben la comunicación directa, muchas veces casa a casa, como herramienta de reconocimiento de la empresa que se acerca más allá de los espacios normativos. Se integra a los escenarios de comunicación para sumar al entendimiento del territorio apropiando y validando el ecosistema de comunicación. Siente como propio el modelo que ha sido diseñado a la medida de sus realidades e intereses, lo ve como una oportunidad para informarse, educarse y fortalecer o descubrir habilidades.
Este nuevo tablero está fortaleciendo el significado de comunicar, el cual además de poner en común y compartir, debe lograr construir relacionamiento, confianza y empoderar a las comunidades.