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Al finalizar cada semestre me reúno con las personas de mi equipo de manera individual para evaluar cómo nos fue, cómo se sintieron, en qué creen que puedo mejorar como líder y cómo podemos avanzar en el siguiente periodo. A finales del año pasado, cumpliendo con el compromiso, le pregunté a una de ellas qué creía que podría hacer diferente para apoyarla más en sus actividades. Ella respondió: “Te extrañamos en la feria de este semestre”.
Su respuesta fue un baldado de agua fría. Para mí era evidente que la coordinación había hecho un excelente trabajo organizando el evento y tenía todo bajo control; mi presencia no iba a marcar un cambio. Sin embargo, entendí que muchas veces el equipo quiere que veas su trabajo y lo valores. Por más que confíes en los miembros de tu área, ellos quieren sentir tu presencia, que les ayudes o que simplemente compartas con ellos sus logros. Su mensaje estaba cargado de una necesidad de sentirse acompañados y respaldados en sus proyectos.
Si bien es cierto que las ausencias cortas de los líderes permiten avanzar en otras iniciativas, cuando este vacío se vuelve recurrente es perjudicial para la salud del equipo. La ausencia del líder es uno de los grandes problemas de las organizaciones. Si un líder no está presente en momentos cruciales, no hay comunicación, objetivos claros, toma de decisiones ni confianza.
La insatisfacción principal se da cuando la cabeza de la organización o del área está más tiempo por fuera de la empresa que conversando con su equipo. Las críticas llegan cuando esta persona solo se va de viaje, participa constantemente en eventos externos a la organización, pero poco o nunca está en la oficina. Peor aún, cuando lo ven interactuar más en las redes sociales. Es importante recordar que a medida que las personas asumen mayores responsabilidades y cargos directivos de mayor relevancia, los compromisos externos aumentan y no se puede evitar participar en esos escenarios. Pero los equilibrios en el liderazgo son necesarios.
Una recomendación para mantener ese balance es que destine al menos un día a la semana para reunirse con algunos miembros de su equipo o para asistir a la oficina. Haga recorridos para saludar a las personas o dedique tiempo para almorzar con ellos. No es necesario estar todo el tiempo en la oficina, porque puede irse al otro lado del extremo y cometer otro de los errores frecuentes de los líderes, el micromanagement. A los equipos les gusta la presencia, pero tampoco en exceso.
Recuerde que aunque un mensaje de WhatsApp puede acercarlo, nunca será suficiente. Además, las personas tienen formas diferentes de sentirse escuchadas, por eso es clave comprender quiénes necesitan más apoyo, quiénes quieren simplemente un mensaje de felicitación o quiénes prefieren que esté ahí de manera presencial viéndolas brillar. Conozca su equipo y acompáñelo para que nunca pregunten “¿dónde está mi jefe?”.