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ANALISTAS 31/08/2024

Hablar sin miedo

Claudia Dulce Romero
Directora de Extensión y Egresados, Universidad del Rosario

Ya no recuerdo el número de veces que he tenido que afrontar conversaciones difíciles tanto a nivel personal como profesional. Las llamo “difíciles” porque son charlas en las que mostramos nuestra vulnerabilidad o porque debemos comunicar algo que el interlocutor no quiere escuchar.

Aunque son situaciones incómodas, lo cierto es que por más complejo que sea el tema, no deberíamos evitarlo o dejarlo agrandar. Y si en la vida íntima eso es un craso error, en el mundo laboral pasa exactamente lo mismo, con el agravante de que nuestros compañeros de trabajo no tienen un vínculo profundo con nosotros.

No abordar los temas delicados a tiempo puede terminar en conflictos, malos entendidos o desinformación y esto termina perjudicando no solo el clima laboral sino también los objetivos trazados en la organización. Como nadie está exento de estas conversaciones, quiero dejarles unos consejos que puedan ayudar a promover un ambiente honesto y de cuidado cuando deban tenerlas.

Antes de empezar es importante identificar por qué es una conversación difícil y hacerse las siguientes preguntas: ¿Qué causa la tensión? ¿Por qué es necesario tener la conversación? ¿Se ha gestionado algo antes? ¿Lo que voy a decir es útil para la otra persona? Las respuestas pueden ayudarles a crear un boceto sobre el diálogo.

Como en cualquier conversación, recuerden siempre ponerse en los zapatos del otro. Aunque esta frase cliché se usa frecuentemente, en las conversaciones difíciles es una gran herramienta para evitar suposiciones. Es mejor dejar el espacio para escuchar la respuesta del otro y así entender, no juzgar, por qué esta persona puede estar comportándose de una manera u otra. Todos tenemos una historia detrás y esto nos lleva a actuar de maneras diferentes.

Una vez tenga esta guía inicial, es muy útil crear un hilo conductor sobre la conversación: planear lo que van a decir y escribir punto por punto los temas que quieren abordar. Es clave recolectar la mayor cantidad de información necesaria para construir el contexto del diálogo, pues les permitirá tener un equilibrio entre comentarios positivos y negativos e, incluso, ejemplificar con casos puntuales o situaciones para que no se sienta como un ataque personal.

Seleccionar el lugar y el momento adecuado también es crucial para que la otra persona pueda reaccionar de la mejor manera, se sienta cómoda y la conversación fluya sin mayores distracciones. Es aconsejable pensar desde la ubicación del lugar hasta el horario, por ejemplo, si la charla debe hacerse en la mañana empezando la jornada o al final del día cuando muchos están cansados. Todos los factores suman a su favor o en su contra.

Durante la conversación también es recomendable hablar en primera persona, compartir sus propios puntos de vista y asumir toda la responsabilidad en sus afirmaciones. Tengan presente que sus gestos hablan y cuiden su lenguaje no verbal. Tampoco olviden guiar la charla para conocer la percepción de la otra persona haciendo preguntas como: “¿Cuál es tu opinión sobre esta situación?”. Esto le hará sentir al interlocutor que es validado y hará un ambiente más ameno.

En ese sentido, también hay que ser cuidadosos con no hablar de más, no interrumpir a la otra persona y no estar a la defensiva. Traten de evitar frases como: “Sí, pero…” o “Con todo el respeto…”, pues pueden predisponer a las personas con el mensaje que darán. Es mejor conectar la conversación parafraseando lo que el otro está diciendo o incluso identificar los puntos en común.

Cuando se va a tener una conversación difícil es porque desde el comienzo hay un objetivo puntual y se busca resolver un problema. Aunque mi recomendación es que no se desvíen de la postura inicial, a veces es mejor abandonar el diálogo cuando nos enfrentamos a personas tercas o groseras. Si desafortunadamente han tenido que vivir este último escenario, vale la pena hacer un balance de la conversación y evaluar qué harían diferente o mejor para una próxima oportunidad.

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