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No, no todos quieren tener un cargo directivo. No todas las personas sueñan con liderar equipos numerosos, ni mucho menos hacer seguimiento a objetivos, planes y metas o rendir cuentas. Una persona de mi equipo me dijo en una conversación informal: “Yo nunca quisiera tener tu trabajo, no me gustaría ser tú”. Al comienzo quedé impactada por su afirmación, sobre todo porque me gusta promover el liderazgo, pero luego entendí que los equipos de trabajo están compuestos por jugadores que tienen diferentes roles y aspiraciones.
Estos jugadores que no quieren ser jefes, si bien corren la milla extra y se sienten apasionados por su trabajo, no tienen la ambición de crecer hacia cargos de alta responsabilidad y tampoco de tener personas a cargo o vivir con altos niveles de estrés. Eso no significa que sus tareas no sean igual de importantes a las de otros miembros del equipo. El compromiso como líder con este tipo de personas es lograr que sientan motivación por lo que hacen en su día a día.
Por otro lado, hay personas que quieren crecer cada vez más, que les gusta escalar en una organización hasta llegar a cargos directivos o incluso que sueñan con ser CEO o presidentes de su organización. El plan de trabajo con estas personas está enfocado en el desarrollo de sus habilidades gerenciales, fortalecer su capacidad de gestión y trabajo en equipo para que puedan lograr sus metas y brillar según sus sueños.
¿Qué pasa si tenemos equipos de trabajo en los que todos quieren brillar y ser presidentes? Como siempre pregunto en mis clases: ¿cómo sería un equipo de fútbol donde todos fueran Leo Messi, Alexia Putellas o Linda Caicedo? Sin duda, sería difícil alcanzar las metas propuestas o poner a todos de acuerdo sobre los objetivos. Por esto, es necesario tener personas que hagan goles, otros que defiendan y protejan al equipo en los momentos difíciles o algunos volantes que ayuden a mejorar la coordinación y la comunicación.
Quienes son jefes y tienen personas a cargo deben analizar quiénes son los miembros de sus equipos, hacia dónde quieren ir, cuáles son sus sueños y habilidades e, incluso, cuáles son sus comportamientos para evaluar su rol, pues de eso depende la forma en la que se articulará el trabajo para que todos se sientan cómodos y satisfechos con su papel y esto, a su vez, se convierta en metas alcanzadas en la organización.
Meredith Belbin, investigador y consultor británico, creó los nueve roles de los equipos de trabajo basados en los comportamientos de cada persona. Según Belbin, los roles son: impulsor, implementador, finalizador, cerebro, monitor evaluador, especialista, coordinador, cohesionador e investigador de recursos; y existe un test especial para determinar qué tipo de rol podría tener cada uno en la organización.
Para este académico, es importante tener equipos de trabajo equilibrados en los que se aprovechen las fortalezas de cada persona para que el equipo funcione de manera óptima y los resultados sean los mejores. Debemos contar con personas analíticas, otras que les den estructura a los proyectos, otras que tengan un buen relacionamiento para lograr resultados u otros que en medio del estrés del cierre puedan concluir las tareas.
Sin importar estos roles de equipo o las ganas de crecer en una organización, lo que quiero dejar de esta reflexión es que todos pueden ser líderes. Recuerden que un líder no es una persona con un cargo directivo; es una persona que quiere promover el cambio, que tiene claro sus objetivos, que traza y alcanza las metas de la organización y que tiene en cuenta a otras personas para construirlas. Aunque algunos no quieran tener cargos directivos, sí pueden ser líderes y promover grandes transformaciones.