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Una de las grandes ventajas de la tecnología es la capacidad que tiene de expandir su propia frontera. Los límites que enmarcan una innovación tecnológica no están definidos plenamente, y muchas veces es en el encuentro con otra innovación donde sigue ampliando su espectro.
El paso de modelos de negocio digitales a ecosistemas digitales ha sido natural en otras industrias mucho antes de que llegara al sector de las finanzas. El caso de internet es paradigmático: Google hoy aglomera soluciones como buscador; así mismo, es intérprete de lenguaje de programación y correo electrónico, entre otras tantas. Se expandió y se sigue expandiendo más allá de sus límites.
Otro ejemplo de estas expansiones son la frontera tecnológica que han superado las fintech. Durante su nacimiento, la mayoría de ellas se dedicaron a desarrollar con mucho éxito un tipo de producto o servicio. Existen fintech exclusivas para lending, para pagos, para usar como billetera virtual. De esta manera, por años se dedicaron a conseguir su objetivo de negocio inicial. Sin embargo, en los últimos tres años la tendencia ha cambiado.
Las fintech más grandes a nivel mundial han optado por la interverticalidad de sus negocios apoyándose en la capacidad de la tecnología de siempre romper las fronteras que le son creadas en un primer momento. De esta manera, las fintech ahora no solo operan su negocio inicial, lending por citar un ejemplo, sino que lo unifican con nuevos negocios, como billetera virtual.
Es el caso de Chime, una fintech de origen estadounidense que inició operaciones en 2013 con servicios orientados a verticales de billetera virtual y depósitos. Hoy cuentan con productos distribuidos en más de cuatro verticales, desde giros, pasando por pagos y lending. Crearon un ecosistema fintech basado en la interverticalidad. Actualmente, la compañía está valorada en US$5.800 millones y es la quinta más valiosa de EE.UU.
Esta interverticalidad es lo que se ha llamado en el sector como ecosistema fintech. Se trata de un espacio virtual, un lugar común, donde los usuarios pueden acceder a diferentes productos y servicios, que incluso en algunas ocasiones se complementan entre ellos.
Este trabajo en conjunto fomenta la competitividad entre las entidades y da a los usuarios practicidad al no tener que cambiar de entidad para conseguir otro tipo de servicio. En términos generales, los ecosistemas fintech son lo que antes se conocía como la ampliación de portafolio.
En todo el mundo, las fintech están girando hacia este nuevo modelo, no solo porque es la vanguardia del mercado, también porque les representa mayor fidelización de los usuarios, más utilidades y las mantiene en la competencia con sus pares.
En este escenario, Colombia no se ha quedado atrás. Muchas empresas que operan en el país integran servicios, unos con mayor regularidad que otros, como el caso de lending, pagos y billetera virtual.
Nuestras fintech no pueden quedarse atrás y deben mantener la innovación que las ha impulsado hasta ahora a ser uno de los sectores de finanzas tecnológicas más fuertes de la región.