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¿Si el futuro de la humanidad estuviera en tus manos, lo salvarías? Miles de pancartas así vi en Glasgow, donde principalmente jóvenes y mujeres de todo el mundo se unían en un grito desesperado hacia los tomadores de decisiones de los países para que frenaran la crisis climática en la llamada “COP26”.
Decenas de miles de personas, principalmente de países desarrollados, del “norte global”, marchando para que nuestros sistemas de producción dejen de destruir a nuestra madre tierra.
Una conclusión abrumante de participar en estos espacios en los que estamos construyendo una conciencia global colectiva es que el problema viene desde la profundidad de un sistema que no tiene soluciones visibles. Se manifiesta en el principal slogan del movimiento ambientalista: “Cambio al sistema, no cambio climático”.
A veces da la impresión de que los políticos que lideran las negociaciones no han comprendido la transformación estructural de la sociedad que necesitamos para enfrentar la crisis climática.
En Glasgow hemos visto metas importantes que se han puesto los líderes más influyentes del mundo como llegar a deforestación cero neta en 2030, pero todavía no se enfrentran a la discusiones incómodas que necesitamos si queremos dejarle un planeta vivible a nuestros nietos.
Si todos consumiéramos como se consume en Estados Unidos necesitaríamos cinco planetas para satisfacer a la humanidad, y tierra solo hay una. Transitar a un sistema en el que el petróleo no sea el motor que mueve todo es un imperativo, pero en el capitalismo, las petroleras tienen coartado el poder político. No será en esta COP que esas conversaciones incómodas empiecen a dominar los auditorios, aunque en las calles ya sea tan evidente.
Los principios de la sociedad occidental se fundamentan en la búsqueda de la felicidad individual, entendiendo que así nos encaminamos a una sociedad más próspera. Estos principios son los que soportan el capitalismo, donde se espera que cada actor del sistema buscando su propio interés contribuye con el desarrollo de la totalidad.
Es fácil entender la analogía, 192 países pensando que cada uno abogando por sus intereses vamos a llegar a soluciones requeridas para esta crisis. Nuestro sistema de valores no nos preparó para pensar desde lo colectivo.
Obama en su discurso de la COP reconoce los esfuerzos del norte global (los mismos que nos han puesto en esta crisis) por reducir sus emisiones mientras critica a India y a China por no hacer lo suficiente. Me preocupa cómo estos grandes líderes fallan en tener una visión holística del problema y piensan que con asegurar compromisos particulares vamos a llegar a una verdadera solución.
Pero la crisis climática también es la oportunidad que tenemos para reconciliarnos con nuestra humanidad. La necesidad de pensar de manera planetaria nos permite deshacernos de las etiquetas que nos hemos puesto para separarnos (nacionalidad, etnia, clase social, etc.), entender que estamos juntos en este camino y mirarnos a los ojos con honestidad para llegar a una nueva fase de desarrollo humano, donde el consumo material no sea el objetivo sino una parte de nuestra prosperidad, tanto como la reciprocidad con nuestra madre tierra, el amor y la colectividad. Una nueva etapa del desarrollo humano.