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Sin lugar a dudas, nuestro país requiere de una reforma pensional. Sin embargo la actual reforma aprobada no parece enfocarse en las generaciones futuras, soluciona alguna problemas presentes, creando enormes problemas para las generaciones jóvenes actuales y venideras.
Poco se ha advertido sobre la carga desproporcionada para las generaciones más jóvenes, quienes se enfrentarán a varios dilemas: Aumentar cotizaciones a la pensión, aceptar nuevas reformas tributarias o seguir afrontando reformas a los parámetros de las pensiones como por ejemplo la edad de jubilación.
Pensar en incrementar cotizaciones implica reducir el ingreso disponible de los jóvenes, quienes ya se enfrentan a desafíos laborales y económicos significativos, tales como el desempleo, la informalidad o la precariedad laboral. Nuevas reformas tributarias implicarían desincentivar la inversión y el emprendimiento, pilares fundamentales para el crecimiento económico a largo plazo. Finalmente, aumentos en la edad de jubilación podrían tomarse como medidas injustas, especialmente si se implementan de forma impositiva sin un consenso y sin considerar las realidades laborales y de salud también resquebrajada en el último tiempo.
Es una realidad que aquellos nacidos a partir del año 2000, los centenniales, no sólo vivirán más tiempo, sino que también enfrentarán múltiples transiciones de carrera y la necesidad de mantenerse económicamente activos durante más años, seguir trabajando más allá de los 62 o 57 años será cada vez más una realidad. Esta longevidad por lo tanto tiene implicaciones profundas para la planificación financiera y las políticas de seguridad social como el sistema pensional.
La idea de vivir cien años obliga a replantear cómo se estructuran los sistemas de pensiones. Si las personas vivirán más tiempo, también deberán ahorrar más para su retiro, y esto no puede ser logrado manteniendo sistemas de reparto, o definiendo pilares en un sistema que como propone la reforma parece obsoleto para las necesidades de las generaciones futuras. Se necesitan enfoques más innovadores y flexibles que considere todas estas realidades emergentes.
Parece que quienes más se ven afectados por la reforma, no se han dado cuenta de ello, la pregunta es si es responsable por parte del gobierno cargar a los jóvenes con el costo de la reforma pensional es pertinente. La juventud ya enfrenta una serie de desafíos económicos y sociales, y añadir la carga de una reforma pensional costosa solo exacerbará esas dificultades. La reforma que se aprobó solo consideró modificaciones para resolver problemas actuales y no pensó en los problemas que podría generar a futuro.
La reforma pensional es una necesidad, pero no debe implementarse a costa del futuro de los jóvenes. Es fundamental encontrar un equilibrio que garantice una vejez digna para todos sin imponer cargas desproporcionadas a las generaciones futuras. Considerar la perspectiva de una vida más larga y las realidades de los centennials es crucial para construir un sistema pensional más sostenible y justo para todos los colombianos. Sólo a través de un enfoque inclusivo y equilibrado podemos asegurar un futuro financiero seguro para todas las generaciones.