Analistas 04/04/2025

La paradoja de la soledad de los CEO (3/3)

Daniel López Hincapié
Profesor del Cesa. Managing Partner StartyLab
DANIEL LOPEZ
La República Más

Sísifo, rey de Corinto, era conocido por su inteligencia y astucia, una combinación que lo llevó a engañar a los dioses. Lleno de cólera, Zeus lo condenó a empujar eternamente una roca cuesta arriba por una colina. Sin embargo, justo antes de alcanzar la cima, la roca rodaba de vuelta al punto de partida, obligando a nuestro condenado personaje mitológico a comenzar una y otra vez ¿Son nuestros CEO la representación moderna de Sísifo?

Desde el gobierno corporativo, es fundamental conformar juntas directivas que brinden respaldo, mentoría y un espacio real para el diálogo con el CEO, generalmente facilitado por el presidente de la junta. Cuando las juntas se limitan a la supervisión, el CEO queda aislado, obligado a liderar en soledad ¿Están realmente preparados los presidentes de junta para acompañar, estratégica y emocionalmente, a sus CEO?

Por otro lado, un estudio de Zemaeta (LSE) destaca el conflicto entre el rol del CEO y su identidad personal. Aquellos que ejercen el liderazgo solo desde la autoridad tienden a perder influencia, lo que incrementa su sensación de aislamiento. En contraste, los CEO que equilibran autoridad e influencia, conectando auténticamente con todos los niveles de la organización, reducen significativamente la soledad. Para lograrlo, es clave derribar barreras estructurales -a menudo invisibles- que los separan del resto de los empleados. Estrategias como recorrer regularmente las oficinas o reunirse con colaboradores no gerenciales ayudan a acortar la distancia psicológica y jerárquica.

Complementariamente, estructuras claras y procesos definidos distribuyen eficazmente la toma de decisiones sin perder control. Esto libera al CEO de la sobrecarga de microdecisiones que, en culturas liderodependientes, refuerza el aislamiento. Un liderazgo estratégicamente distribuido, con delegación adecuada y controles balanceados, fortalece tanto al líder como a la organización.

Finalmente, la salud mental y el balance personal -incluido el ámbito familiar- cumplen un rol esencial en la gestión ¿Quién enseña a nuestros CEO a manejar sus emociones? Aunque parezca intuitivo, muchos enfrentan desafíos emocionales al liderar, y aprender a gestionarlos no debería ser un proceso autodidacta: requiere método, acompañamiento y disciplina. Estrategias como el coaching, la terapia cognitiva, el ejercicio, la meditación y una vida familiar equilibrada han demostrado ser efectivas para reducir el estrés y la soledad en la alta dirección. En la misma línea, las redes de pares son clave: ofrecen espacios seguros donde los CEO pueden compartir experiencias, abordar desafíos comunes y recibir orientación estratégica y emocional. Esta conexión no solo mitiga el aislamiento del cargo, sino que también fortalece la toma de decisiones y el desempeño organizacional.

Ya no podemos conformarnos con líderes que operan como máquinas, atrapados en una dinámica que sacrifica su bienestar personal en nombre del éxito profesional. Necesitamos CEO que encuentren equilibrio, que cultiven una vida más allá de la oficina. De lo contrario, seguirán empujando la misma roca cada día, sin alivio ni compañía, repitiendo una condena que ya no debería ser parte del liderazgo contemporáneo.