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No hace mucho tiempo, aquellos que queríamos que nuestra opinión tuviera gran alcance, dependíamos de los medios de comunicación tradicionales para hacernos escuchar.
Todo ello cambió con la irrupción de las redes sociales, pequeños altavoces con un poder ilimitado, muchas veces con una influencia similar o inclusive superior a la de muchos medios locales y regionales.
Pero con la democratización de la comunicación pronto llegaron los primeros comportamientos irresponsables por parte de muchos de nosotros. En algún punto de esta frenética trayectoria que ha sido el mundo de las redes borramos la delgada línea que separa la coherencia de la incoherencia. O el bien individual del bien común, de los que nos rodean.
Un caso particular y bien delicado es el de los periodistas. Expuestos a Twitter, salimos como caballos desbocados a opinar. Quizás a opinar demasiado, y sin darnos cuenta, empezamos a crear un mundo paralelo al de nuestras carreras y obligaciones profesionales, a veces poniendo en serios aprietos al medio al que pertenecemos.
Ante esta bola de nieve de opiniones irresponsables que no ha parado de crecer, el diario referente en el mundo, The New York Times, anunció la semana pasada una nueva política de redes sociales para sus más de 1.000 periodistas.
“En sus posts en redes sociales, nuestros periodistas no deben expresar opiniones partidistas, promover puntos de vista políticos, apoyar a candidatos, realizar comentarios ofensivos o hacer cualquier cosa que mancille la reputación periodística de The Times”, escribió su director, Dean Baquet.
El Times siempre ha marcado la pauta ética y moral de los medios. Seguramente, tras este anuncio, las salas de redacción de Colombia abrieron el debate sobre si deberían tomar un camino similar. Muchos, incluyéndome, hemos dado papaya a jugadores y activistas políticos y hemos afectado a las instituciones que representamos, erosionando, de cierta manera, la credibilidad de éstos ante la audiencia.
Será interesante ver cómo reaccionan Caracol Televisión, El Tiempo, Caracol Radio, RCN, Canal Uno, La República, La Fm y demás medios ante este debate que puso sobre la mesa el Times. Replicar punto por punto lo que hará el Times no necesariamente es el camino a seguir. A los periodistas se les dio mucha libertad en redes como para ahora quitársela de un tajo.
¿Es el periodista primero periodista o primero ciudadano? ¿Tiene derecho una marca, bien sea un medio de comunicación o una empresa de consumo masivo a impedirles a sus trabajadores expresar opiniones? ¿Cómo compensar a aquellos periodistas cuyas opiniones han hecho crecer a su medio y ahora se ven sin poder expresarlas? ¿Puede ser esta medida una especie de censura y a la vez ceguera ante las nuevas realidades de la comunicación? ¿Qué es el periodismo en este siglo XXI? ¿Debe readaptarse o sostener la idea de que se ha de ser imparcial? ¿Sirve replicar una medida del principal diario del mundo en un país tan complejo y peculiar como el nuestro?
Estas son apenas algunas de las preguntas que surgirán en torno a este debate. Es muy fácil pontificar sobre el panorama ideal y seguramente habrá discusiones acaloradas, pero el anuncio del Times llega en un momento crucial en nuestro país. Veremos qué sucede.