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Hey, hey, hey. What the Fuck, weón? Sí, en Colombia hubo personajes muy importantes este año. Para empezar, Egan Bernal, el primer campeón colombiano del Tour de Francia. Y si nos da por ser súper originales, la cacerola.
No obstante, en mi línea de trabajo, que son las comunicaciones, el mundo digital y las redes sociales, el personaje del año es, sin lugar a dudas, Juanpis González, el insoportable joven rolo-gomelo creado por el comediante Alejandro Riaño.
En apenas un año y medio, Riaño nos ha ofrecido un doctorado de comunicación política y estratégica en lo que llamamos los nuevos medios. Quizás la relevancia del personaje se diluya entre tanto ‘weón’ y ‘hey, hey, hey, mis Juanpilivers’, pero nada más desacertado que caer en esa simplista valoración.
A su manera, Juanpis constituye la más pulida crítica social y llamado a la conciencia que se pueda hacer hoy en día en este mundo de las redes. Sobre todo en un país tan complejo como el nuestro y con una sociedad tan pacata, anclada en la tradición y proclive al desprecio. Pero no solo eso, Riaño logró un imposible; la construcción de un personaje monetizable.
El rolo-gomelo es todo lo que los medios tradicionales, en medio de su crisis, han buscado y no han podido encontrar: un formato periodístico innovador, para audiencias jóvenes y monetizable. Sobre todo esto último.
El contenido de Riaño con su personaje es sencillamente genial, pero sería una torpeza creer que solo esto ha sido la clave de su éxito. El comediante y su equipo de trabajo entendieron la filosofía y característica de cada red social. Comprendieron, además, la importancia de una estrategia de distribución orgánica eficaz, y supieron leer muy bien las coyunturas informativas. Hoy, el buen contenido ya no es suficiente para garantizar el éxito.
En cada red social, Juanpis fue multiplicando su alcance y tuvo el acierto de no ligarse en exceso a una sola red. Juanpis no es un YouTuber; tampoco es un instagramer o un facebooker, y mucho menos un tuitero. El personaje tiene vida propia en cada red y sabe hablarle a cada audiencia que la habita. Este mix es lo que lo ha convertido en un gran fenómeno.
Nadie se atreve a compararlo con Jaime Garzón. Seguramente él sería el primero en reírse de ello, pero sería un gran error ignorar que está en camino de crear algo verdaderamente icónico. Jaime es Jaime, sí, pero Riaño va camino de ser Riaño. El universo de Juanpis ha trascendido, además, lo digital. Su obra de teatro, que es una especie de late-night show, se llena función tras función. No hay personaje nacional que hoy no quiera sentarse con él, sea de izquierda, de derecha o tibio; o bien sea una estrella internacional, nacional o regional. Si hoy se quiere llegar a la gente joven, de todos los estratos, de todo el país, hay que sentarse con Juanpis.
Desconozco si todo esto fue milimétricamente planeado. Lo dudo. Juanpis seguramente nació de prueba y error, de sesiones creativas en las que la premisa era una: arriesgarse, algo que a los medios, exceptuando, quizás, a El Espectador, les cuesta un mundo hacer. Es probable que esta sea una de las razones por las cuales siguen siendo muy escasos los casos de éxito como Juanpis.
Así muchos no compartamos el activismo de Riaño, es innegable que ha trazado un camino del que deberíamos aprender. Juanpis es un gran activo de este país.