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Hay noticias que no venden. Bien porque carecen del componente amarillista que tanto nos priva; bien porque se pierden entre la cacofonía de la turba incendiaria que pulula en redes sociales promoviendo odio y mentiras; o bien por no ser explicadas debidamente. Y es una lástima.
Una lástima porque son noticias importantes, relevantes y de gran utilidad. Ejemplos hay varios, pero quiero quedarme con uno en particular crítico y que tristemente quedó opacado por el ‘oportuno’ e ‘inocente’ anuncio que hizo el presidente del Senado, Ernesto Macías, de prolongar un año el periodo presidencial.
El viernes, el presidente Iván Duque, y el alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, dieron a conocer un interesante plan para emprendedores: exención de impuestos para todos aquellos que monten un negocio de economía naranja en el Bronx, ese antiguo expendio de drogas y uno de los lugares más tenebrosos de la ciudad.
“En la Ley de Financiamiento vamos a incluir un estímulo fundamental a la economía naranja, y es la exención por cinco años del impuesto de renta a todos los nuevos emprendimientos que se desarrollen en este sector, generando un mínimo de puestos de trabajo”, señaló Duque.
Aunque suene exagerado, esto apunta a la idea de crear un Silicon Valley cultural. Un mini Silicon Valley de ideas y de creatividad para recuperar una zona turbia de la ciudad y transformarla en un motor de empleo y desarrollo, para que a su vez jalone a las zonas colindantes. Es una gran visión de ciudad. Y de país.
Lo que tanto se le ha reclamado al Distrito y al Gobierno Nacional para Bogotá, que tan bien lo ha hecho Medellín, finalmente llega a la capital. La noticia, tristemente, por las razones expuestas anteriormente, y porque somos un país mezquino con las ideas grandes que proponen los demás, apenas tuvo resonancia.
Para quienes no estén familiarizados con el término, la economía naranja es la suma de actividades que permiten que las ideas se transformen en bienes y servicios culturales que crean empleos, riqueza y un mayor bienestar para la ciudadanía a través del arte, música, cine, turismo y patrimonio cultural.
Su ecosistema está compuesto por la economía cultural y las industrias creativas. Y por qué se le llama naranja, se preguntarán algunos de ustedes. Es el color que se asocia con la cultura, la identidad y la creatividad. Desde hace años, Duque ha sido un fiel defensor de esta.
Entre 2002 y 2011, las exportaciones de bienes y servicios creativos de la economía naranja crecieron 134% en el mundo. En Colombia, sin apenas mucho desarrollo, representa en la actualidad un 3,4% del PIB, un porcentaje mayor al que aporta el sector minero, por ejemplo. Es una industria, señala Duque, que directa e indirectamente genera de 600.000 a 800.000 empleos.
Uno puede ser crítico de Duque y Peñalosa, pero ambos han dado claras muestras, tanto en sus discursos como en sus programas, de ser vanguardistas; de aportar conceptos desconocidos por la mayoría en pro del desarrollo del país.Por eso el anuncio del Bronx merecería un mayor despliegue y entendimiento noticioso. Es el comienzo de algo muy grande.
Pero aquí esas noticias no venden. Y es descorazonador. Como dice Jorge Franco en su última novela, a veces solo queda “que a Colombia se la termine por devorar el odio….(porque) somos una especie fallida sobre la tierra”.