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Pocas veces me he sentido tan avergonzado conmigo mismo como el pasado jueves, cuando me invitaron a ver ‘Por Otros’, un cortometraje que da cuenta de la enorme dificultad bajo la cual funcionan las organizaciones sociales en nuestro país.
Confieso un conocimiento inexistente del mundo de las fundaciones sociales. Confieso además que nunca he aportado ni dinero ni tiempo a sus causas. Inclusive, confieso que cuando algunas organizaciones de estas me han abordado, mi falta de interés ha sido absoluta, casi que displicente.
Y digo esto con enorme tristeza. Con tristeza y desilusión hacia mí porque hasta el jueves pasado creía que yo era, en medio de este país tan desigual, un colombiano solidario y generoso con los demás. Pero qué va. Soy uno más de esos tantos que viven aislados en una burbuja de egoísmo y que, con su comportamiento y manera de vivir, perpetúan y ahondan las distancias entre unos y otros.
El estar encerrado en esa burbuja nunca me ha dejado la importancia de las centenares de organizaciones sociales en el país que se desviven por aliviar, mejorar y/o solventar las vidas de decenas de miles de colombianos que atraviesan problemáticas muy duras: niños abusados, ancianos abandonados, drogadictos, personas con problemas psicológicos, mujeres maltratadas etc…
Por si fuera poco, en un país además en guerra, que mira a sus Fuerzas Militares como los únicos héroes de la patria, se dificulta aún más fijarse en ese otro tipo de héroes cuya única vocación de vida es la de ayudar a los otros: los trabajadores sociales.
El problema de todo esto es que yo no soy la excepción. En Colombia el porcentaje de personas que nunca ha aportado nada a una organización social es altísimo. En el último año, según una encuesta de la Fundación Bolívar Davivienda, 58,4% no ha hecho una donación ni en dinero, ni en tiempo ni en especie a una fundación.
Por si fuera poco, las empresas y los medios de comunicación tampoco apoyan mucho a estas organizaciones. En la investigación realizada por Aflora, una de la múltiples iniciativas de la Fundación Bolívar, junto con varias organizaciones sociales, se realizaron más de 100 llamadas a diferentes empresas y medios para identificar opciones de apoyo con las diversas causas sociales que lideran. De las más de 100 llamadas, en las que se buscó un espacio para presentar un proyecto social, solo 11 tuvieron acogida. El 89 restante no corrió con la misma suerte.
¿Por qué nos cuesta tanto ayudar? Como sociedad deberíamos hacernos una radiografía de por qué preferimos más ayudar a los animales que a otros humanos. De los 4.000 encuestados en el estudio de Aflora, 31,9% manifestaron sentir mayor motivación a realizar donaciones en dinero para causas de animales, seguido por 27,5% a causas de infancia.
Colombia es un país enfermo que necesita ayuda; y esa ayuda debe llegar de cada uno de nosotros. Se necesita, a su vez, un trabajo colectivo para generar una mayor conciencia entre todos nosotros.
Pero a su vez no sobra hacerle un llamado a las organizaciones sociales. Hoy, en un mundo tan digital, donde las barreras y costos de comunicación son tan bajos, éstas deberían tener unas claras estrategias de comunicación por redes. Lo que no puede seguir pasando, eso sí, es que sigamos igual. Es hora de replantearnos muchas cosas.