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El descubrimiento de la penicilina y el uso de un tanque de fermentación que permitió la masificación de la producción de penicilina para salvar a miles de soldados durante la II Guerra Mundial o cómo las vacunas logran salvar 2,5 millones de vidas al año evidencian el poder de la ciencia. Hoy por hoy, las posibilidades de salvar o mejorar vidas humanas son infinitas gracias a la innovación y tecnología del sector salud, que logra verdaderos cambios.
Enfrentarse a la noticia de un diagnóstico médico inesperado obliga casi siempre a reinventar la cotidianidad del paciente y su familia. Parte del pronóstico favorable de supervivencia o la opción de mantener calidad de vida tienen mucho que ver con los avances en tratamientos -resultados de años de esfuerzo e investigación- y el acceso oportuno a nuevos medicamentos.
Cuando Pfizer inició operaciones en Colombia, hace 65 años, la expectativa de vida en el país era cercana a 58 años; en 1990 estaba en 68 años y pasó a 74 años en 2016. La mortalidad infantil se redujo a más de la mitad.
Estos avances demuestran el poder de la innovación y son motivo de inspiración para continuar la apuesta por lograr que las innovaciones de la ciencia lleguen a la población que las necesita. Existe, por fortuna, un aumento en la consciencia sobre los beneficios que estudios clínicos aportan a los pacientes, al sector científico y a la economía. Podemos decir que Colombia está preparada para continuar promoviendo la innovación.
¿Cuál es el siguiente paso? El trabajo conjunto de los actores del sistema de salud es fundamental dentro de esta cadena, y nos obliga a repensar de qué forma podemos innovar según los roles de una película en la que el protagonista es el paciente.
Innovaciones como la terapia génica, aún no disponible en nuestro país, muestran que la investigación científica no tiene puntos finales. Por el contrario, médicos y pacientes mantienen la esperanza; en este caso, unos puntos suspensivos ilustran mejor la manera en que opera la ciencia: cada día hay un nuevo avance.
En Pfizer entendemos la responsabilidad de la industria por poner como premisa la innovación en salud, la cual, correctamente incorporada, no solo mejora la calidad de vida, sino que reduce costos de atención a largo plazo y genera impactos positivos en un sector cuyo fin es propender por el bienestar de los pacientes.
Es un deber pensar en el mañana a partir de soluciones que se encuentran disponibles hoy, bajo la tesis de que los avances científicos pueden ser parte del apoyo a la sostenibilidad del sistema. Una ecuación costo-beneficio con resultados evidentes en el corto y mediano plazo.
De nuevo hago un llamado a los actores del sistema para que generemos las bases suficientes con las que podamos enfrentar los desafíos del sector desde diferentes posiciones, incorporando innovación y evaluando de manera integral cómo podemos atender la demanda de pacientes que requieren nuevas soluciones.