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La incompetencia en temas de energía de este gobierno está generando un caos profundo en el aprovisionamiento y la inversión en infraestructura que deberá ser corregido por el siguiente gobierno, con altos costos en tiempo, servicio, e ingresos a la nación y a las comunidades.
La evidencia del problema se encuentra en el Plan Energético Nacional a 2052 (1) que publicó la Unidad de Planeación Minero Energética (Upme), para consulta, en los últimos días. La actualización del ejercicio que se hace periódicamente, cumpliendo con lo señalado en la ley, y que establece los escenarios indicativos con los cuales se hacen las inversiones en exploración, generación y producción, y la planeación de las redes de distribución de los diferentes energéticos del país.
El plan estima unos crecimientos de 3,2% y 3,8% para los escenarios bajos y altos respectivamente. No son ambiciosos. Con ellos permaneceremos en un nivel de subdesarrollo con altos niveles de pobreza. Para 2052, estaríamos en el rango de los US$15.000 a US$18.500 de ingreso. El escenario objetivo debería ser de US$20.000 a 2040 y con índice Gini de 0,4, lo cual significaría que el decil de menor ingreso habrá superado la pobreza. Estos escenarios son bastante conservadores en términos económicos para una Colombia que no dará el salto al desarrollo.
El hecho es que aun con esos escenarios de pobreza persistente el país continúa requiriendo gasolina, diesel y gas en cantidades muy importantes, y mientras los cálculos de la Upme muestran esta dependencia, las políticas de este gobierno implican un progresivo y severo desabastecimiento, y un peligroso escenario fiscal y de cuenta corriente en el que para 2035 estaríamos en insuficiencia energética estructural.
Los combustibles fósiles representan actualmente 75% del suministro energético bruto del país. Solo 18% del consumo final es electricidad (PEN Fig 125). Para 2040, aun en el mejor de los escenarios, aun representarán 50% de la energía requerida. Si el país no persiste en la exploración y explotación de gas, entrará en insuficiencia de suministro y tendrá que importar entre 50% y 70% de sus requerimientos energéticos.
El gran reto es el gas, este será el combustible de reemplazo para el carbón, la gasolina y el diésel, y su suministro no está garantizado.
Para el escenario disruptivo, el más ambicioso de la transición energética, se requeriría siete veces la capacidad de generación eléctrica actual, 120Gw Fig 110. Se deberá duplicar la capacidad hídrica, y en generación eólica y solar se tendrán 47 Gw y 38 Gw respectivamente. Se requerirán al menos US$130.000 millones de inversión que solo se podrán realizar si hay marcos regulatorios y ambientales adecuados.
El ejercicio de planeación de la Upme es conservador en crecimiento y en metas de transición. Para los técnicos de del sector, es claro que el alto gobierno no sabe de qué habla, que no distingue entre potencia y energía, ni sabe que es un balance energético y que lo que dicen presidente, ministros y otros funcionarios está lejos de lo que las cifras del PEN requieren. Están generando un caos en el sector energético haciendo un daño profundo a la competitividad del país y a su viabilidad económica.