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El desempeño de Latinoamérica en los últimos 70 años es dramático. La evidencia empírica de una investigación del porqué falló Latinoamérica deja un cuestionamiento serio sobre nuestro juicio y nuestra ética. Mientras que el producto per cápita en nuestros países escasamente aumentó en un 60%, los países de crecimiento rápido, que estaban en condiciones inferiores a nosotros en 1960, lo multiplicaron por 10. Desde 2000, esos países duplicaron su indicador de complejidad económica, es decir duplicaron lo que sabían hacer. Nosotros lo redujimos casi a la mitad.
Mientras estos países han construido un sólido aparato empresarial con 10 empresas por cada mil habitantes, en Latinoamérica tenemos menos de cinco y haciendo productos simples. Mientras estos países exportan cifras equivalentes a más de 80% del PIB, en Latinoamérica no llegamos a 35%.
Latinoamérica ha tenido una emigración de 40,8 millones de personas en el mismo periodo. Si tomáramos la población promedio de los países, esta sería superior a la población media del mismo periodo de Colombia o Argentina. Sería como un tercer país latinoamericano. Han migrado por pobreza, falta de oportunidades y por seguridad. Han migrado por malos gobiernos.
En este camino, caímos en la inocuidad internacional. En 2008 Brookings señalaba que estábamos cayendo en la irrelevancia. En 2009 Casas-Zamora escribió “Elogio a la Irrelevancia de América Latina”. Luego de eso, ya ni por curiosidad nos escuchan en Naciones Unidas.
Mariana Mazzucato señalaba que la izquierda latinoamericana era una vergüenza, que no había sido capaz de descalificar a Venezuela. Y día a día hacemos gala de nuestra incapacidad como región de aprender de nuestros errores: Cuba, Venezuela, Nicaragua, Argentina y el Chile de Allende. En estos países hubo un colapso del bienestar, de la libertad, pero, sobre todo, una caída a estados profundos de corrupción y degradación social. Como señala Peter Zeihan, entramos en un proceso de “incivilización”. O como se señala en Teoría del Desarrollo, Cuba y Argentina son ejemplos de cómo los países se subdesarrollan.
Hace 27 años, en 1996, se publicó el ensayo “El manual del perfecto idiota latinoamericano”, escrito por Plinio Apuleyo Mendoza, Carlos Alberto Montaner y Álvaro Vargas Llosa, con prólogo de Mario Vargas Llosa. Y es útil contrastar los argumentos del libro con la conmemoración de los 50 años del colapso del gobierno de Allende para observar ilustrativo de lo acontecido. Señala lo siguiente como argumento central del libro: “Los latinoamericanos están anclados en una mentalidad tercermundista, nacionalista y populista que explica su subdesarrollo en factores externos”, y que no ve que “el problema latinoamericano es la propia estructura vampirizante del Estado”.
Esto mismos argumentos fallidos los repitieron uno tras otro los participantes en el encuentro en Chile, ignorando deliberadamente el desastre social, económico y democrático que generó el gobierno de Allende y pretendiendo hacer un héroe de un ejemplo de la autodestrucción a la que nos hemos sometido los latinoamericanos.
El Perfecto Idiota asume una retórica simplista y falaz como la explicación simple del problema. La llena de adjetivos y exageraciones para atrapar a la masa de idiotizados, se perpetua realimentando sus mensajes, victimizándose y escondiendo sus incompetencias en las supuestas conspiraciones y confabulaciones para frustrar las reformas.
