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Las elecciones en Estados Unidos, desafortunadamente y con una aproximación estrictamente pragmática desde la teoría del desarrollo, conllevan una elección entre la economía en el corto plazo o las instituciones y el desarrollo en el largo plazo.
La reflexión sobre el desarrollo es necesaria. Del informe de Mario Draghi sobre la competitividad europea se llega a la conclusión de que la Unión Europea es una zona en vía de subdesarrollo y que tiene que corregir el rumbo. La reflexión es pertinente para Estados Unidos, su acelerada evolución en los últimos 40 años puede revertirse y caer en la trampa europea.
Europa está sumida en un estancamiento profundo en las tres últimas décadas. Los PIB per cápita anuales europeo y americano eran de US$35.000 en el 2000. En 2023 el europeo fue de US$40.000 y el de Estados Unidos llegó a US$83.000 (Data de bancomundial.org). Una diferencia crucial es que Europa tiene pocos emprendedores, muchos impuestos y subsidios y unos Estados en crisis fiscal. Eso también le puede pasar a USA en las siguientes décadas.
Kamala Harris propone la receta convencional del socialismo europeo de aumentar impuestos a ricos y grandes empresas para dar subsidios a grupos de bajos ingresos. Eso no está resolviendo el problema de esos grupos y sí creando muchos. Enfrenta una oposición derivada de la convicción ética calvinista de trabajo y compromiso individual sumado a solidaridad y filantropía, pero opuesto al asistencialismo estatal. Irónicamente, los estados con mayor pobreza no la apoyan, están con Trump.
Trump propone aumentar aranceles como protección al empleo y bajar los impuestos. Lo primero generará problemas estructurales de competitividad a las empresas y mayor gasto a las familias. Los esquemas proteccionistas a lo Hamilton de hace 230 años no funcionan en un mundo altamente interdependiente. Las protecciones de Hamilton luego se procedió a desmontarlas para no generar una industria enclenque y dependiente. Los subsidios y protecciones no han funcionado y sus efectos se han visto en el largo plazo. Un buen ejemplo de que es el camino equivocado es Latinoamérica. Bajar los impuestos a las empresas sí funciona, pero USA debe también hacer más eficiente su Estado cuya deuda ya es superior a 106% del PIB.
Lo grave de Trump son sus propuestas sobre la política exterior y la institucionalidad multilateral. Se propone debilitar el papel de Estados Unidos en los entes que soportan el orden mundial. Las grandes transformaciones como las de Alemania, Japón, Europa, China se han dado bajo este orden mundial: Sistema monetario solvente, con respaldo y crédito de fomento con el FMI y Banco Mundial; instituciones y reglas de mercado construidas desde el Gatt inicialmente y enmarcadas hoy en la OMC; sistema multilateral global con base en la ONU; seguridad global con la Otan y el Acuerdo del Pacífico.
Todo eso lo creó Estados Unidos en la posguerra oponiéndose a las pretensiones del Reino Unido, lideradas por Keynes, y de la Unión Soviética, con una agenda de ocupación. La prosperidad global de los pasados 80 años es fruto de eso. El mundo vive de que haya democracia y economía sana en los Estados Unidos. El riesgo de daño de Trump es mayor que el de Kamala.