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Hace unos meses en una conferencia en la visita que hizo a Colombia Thomas Piketty, le preguntaron cuáles eran las causas de la desigualdad. La respuesta decepcionó y desconcertó. Dijo que eran múltiples, no muy claras y no se podían establecer con certeza. Lo que sí insistió, como lo hace en sus libros, es que la desigualdad ha aumentado y que hay que luchar contra ella con un impuesto global a la riqueza.
Si tenemos como conocer las causas de la desigualdad. Los factores que determinan valores altos del “Índice de Gini” con el que se mide tradicionalmente la desigualdad, están más asociados a los bajos ingresos de una buena parte de la población que a la riqueza de unos pocos. Un ejercicio de analítica de datos para establecer los componentes principales que afectan la desigualdad, sobre un panel de datos de 170 países y de 2004 a 2016, muestra que los altos niveles de Gini están asociados a niveles bajos de ingreso per cápita en los países, a altos niveles de informalidad y a precariedad laboral, embarazo adolescente y alto crecimiento demográfico, acompañados del deterioro institucional. Este índice es más alto en países con baja inversión, altos impuestos a las empresas, y a países con bajos niveles de exportaciones e importaciones.
Las conclusiones que se derivan son muy diferentes a las planteadas por Piketty y a las expresadas por las agendas ideologizadas de las precarias aproximaciones de izquierda y de derecha. El Gini nos dice algo más inteligente a que unos ricos concentran la riqueza. Nos dice que el problema estructural está en la poca capacidad de generación de bienestar de los deciles de bajos ingresos de la población. Lo relevante para que en países como Corea, Alemania, Japón o Estados Unidos, el Gini tenga niveles razonables es que los deciles de menor ingreso tienen buenos ingresos y representativos en el total de la economía. El que estos países tengan el mayor número de ultra ricos del mundo no afecta de manera significativa su Gini, incluso, el análisis indica lo contrario, más y mejores empresas y empresarios, insertadas competitivamente en la economía global reducen el Gini.
El problema en Latinoamérica según el análisis, está en la escasa capacidad de generar empresas que integren de manera efectiva, a la generación de bienestar, con productos y servicios de mayor valor a una masa de población de ingresos precarios, que en el mejor de los casos es de cerca del 20% de la población, en el peor como en Cuba y Venezuela de más de 90%, y en la región de manera general de 45%. Por lo tanto, se puede afirmar que es una región que no produce adecuadamente y el pequeño grupo que lo hace bien y genera bienestar resulta señalado y culpable de causar desigualdad.
El juicio a priori de una injusticia en la desigualdad de los ingresos enmascara el diagnostico cierto de la situación. Esa interpretación tiene un mensaje perverso y autodestructivo, señala como responsables a quienes si generan bienestar, pero, sobre todo, a quienes construyen tejido social a través de emprendimiento. Los malos niveles de Gini en Latinoamérica están determinados por la alta informalidad, la baja capacidad de producir valor, la baja densidad empresarial, el escaso número de empresas insertadas en los mercados globales, y que nuestros ricos, son ricos de baja categoría, muchos con riquezas heredadas, no creadas, en sectores convencionales y de baja productividad. Para construir bueno Ginis necesitamos buenas empresas, mejores empresarios, y construir capacidades y no dependencia en los deciles de bajos ingresos de la población latinoamericana… y además no hacerle caso a Piketty y a los asistencialistas de izquierda y de derecha.