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El conjunto de malas ideas y odios que configuran la agenda de la Izquierda, sumadas a la corrupción y a la ineptitud de este Gobierno, han llevado a la autodestrucción del Pacto Histórico. Todo sale mal y todos salen mal y sintiéndose traicionados. Se nos vienen 18 meses terribles para los colombianos.
El que esté al mando, personas con más prontuario que realizaciones, como Armando Benedetti y Laura Sarabia, genera una profunda desconfianza en la transparencia de la gestión. Si lo que se quería era tener quién manejara el Congreso para las reformas, llegó tarde y ya a estas alturas es inútil, las reformas no llegarían a aplicarse. Si se quiere es que Benedetti maneje las próximas elecciones, pues arrancó fracturando irremediablemente al Pacto Histórico.
El proyecto del Pacto Histórico estuvo ausente de grandes reformas, la Fiscal terminó haciendo un enorme daño y la mala gestión condujo a una aguda crisis. La reforma laboral es irresponsable con el país marginado y, en la informalidad. No la resuelve, sino que la profundiza. La de salud no construye, sino que destruye, y la pensional, que tenía avances, quedó mal tramitada. Es un gobierno vacío, sin agenda, al garete.
Lo que se espera en la salud es delicado. Los petristas operan hoy las EPS que atienden a 28 millones de colombianos. Sumada a la desfinanciación, se tendrá la profunda ineptitud de quienes están al frente de estas entidades y los manejos corruptos que se profundizarán en un gobierno en que sus líderes políticos y los financiadores de la campaña han sido por décadas los señalados de saquear a la salud.
El sector eléctrico la está pasando mal. Estamos sin margen de maniobra en capacidad de generación y con alta posibilidad de racionamiento en 2026 y 2027. Los inversionistas manifiestan en todos los foros que no hay seguridad jurídica para adelantar nuevos proyectos y cualquier iniciativa de expansión toma al menos tres años en concretarse. Las compañías distribuidoras arrastran un delicado déficit que puede configurar un apagón financiero. Se suma el desastre de Air-e. Un apagón en Barranquilla sería el acabose para este Gobierno.
En Infraestructura se pararon los proyectos, incluyendo los más preciados para el gobierno, como las vías en Putumayo, Cauca y Nariño. Se les adeuda a los contratistas $1 billón y varios más se han acumulado en las cuentas pendientes de las concesiones. Está sin capacidad técnica, ni presupuesto, ni credibilidad para iniciar nuevos proyectos. Edificación quedó en situación similar sin el soporte del gobierno para las VIS y VIP. Los datos de actividad del sector son deprimentes.
En relaciones internacionales estamos en el peor momento de nuestra historia y el presidente y su gobierno cayeron en la absoluta irrelevancia. Que la Canciller cite a una reunión a empresarios y gremios para prevenir crisis derivadas de excesos en trinos del presidente es simplemente vergonzoso.
Lo más delicado es la pérdida del control territorial y la condición de seguridad de miles de familias colombianas. Esto es más grave que cualquiera de las situaciones vividas en los pasados 40 años. Ahora convoca desesperado al pueblo a movilizarse, lo que logrará será una reacción masiva en su contra. Muy posiblemente es el propio Petro quien colapsa. O lo colapsan sus propias huestes, y no termina el gobierno.