MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
El país está enfrentando un problema profundo: un pésimo gobierno. Una parte de la opinión pública busca dar la explicación de un propósito deliberado de caos con el que la izquierda busca perpetuarse. Lo más real es que tenemos un gobierno que está obligado a actuar sujeto a los marcos institucionales, dentro de los cuales deberá operar en los siguientes dos años. Pero serán dos años muy difíciles para el país.
Una indagación con inteligencia artificial sugiere que las razones de un mal gobierno son estas 10: corrupción, incompetencia, falta de transparencia, carencia de apoyo de la ciudadanía, abuso de poder y desprecio del estado de derecho, desatención de la desigualdad y exclusión, intereses particulares sobre el interés público, falta de planificación a largo plazo, conflictos de interés, falta de recursos. El gobierno de Petro parece que busca asegurar que cumple las 10 razones.
Esta administración comenzó hace dos años con un conjunto de factores de gobernabilidad importantes: tenía una favorabilidad cercana a 60%, logró armar un equipo de gobierno algo solvente y respaldado por una amplia coalición parlamentaria, se tenía una expectativa favorable de una agenda de reformas, la economía crecía a 7,8% y la inversión era de 24% del PIB, contaba con apoyo internacional y lo abrigaba un respaldo de legitimidad en su propósito de lucha contra la corrupción.
Petro se ha esmerado en destruirlo todo: la favorabilidad se redujo a la mitad, desarmó el equipo de gobierno y la coalición y se rodeo de una secta de incompetentes y corruptos que han desprestigiado profundamente el gobierno y su proyecto político, se ha empecinado en reformas inconvenientes que no resuelven los problemas centrales de informalidad y bajo ingreso, la economía se estancó y la inversión cayó a 14% del PIB con sectores estratégicos paralizados y finanzas públicas en crisis. El apoyo internacional se ha diluido por sus manejos insensatos de dos eventos que emergieron en su gobierno: la guerra de Ucrania y el ataque de Hamás a Israel. Con sus posiciones ha quedado muy mal con Europa y Estados Unidos. Y a eso le suma sus escándalos personales recorriendo la prensa global.
Inicia los dos últimos años de gobierno con todo en contra y con ministros nuevos más malos que los anteriores. Como queriendo demostrar que todo lo puede empeorar y enredar más, propone ahora un Acuerdo Nacional y una Constituyente a los que no se les encuentra un contenido efectivo que logre concitar algún apoyo de gremios, partidos, académicos o ciudadanía.
Pasarán los días y sus globos se desinflarán mientras el caos que va por dentro de su gobierno seguirá su marcha: la desaceleración de la economía, la crisis fiscal, la crisis de la salud, la ineptitud profunda de su equipo de gobierno, el estancamiento de nuevos proyectos de generación eléctrica y el apagón que se viene. Lo peor será las crisis de seguridad y control territorial y los escándalos de corrupción que no podrá contener.
Afortunadamente, como sí hay más país que gobierno y más sociedad que primeras líneas, Petro verá cómo su proyecto político se hunde irremediablemente y el país retoma el rumbo y hace las reformas necesarias a partir de 2026.