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Colombia pasa por un momento difícil. Padece las consecuencias de un gobierno profundamente inepto, irresponsable con sus deberes constitucionales en salud, empleo, educación, disponibilidad de energéticos y seguridad ciudadana. Todo está haciendo crisis, incluso su gobernabilidad, en razón del colapso de su favorabilidad con miles de arrepentidos que ahora se percatan de la inmensa irresponsabilidad de elegir a Petro, que no ha hecho otra cosa que ser el mismo Petro de la alcaldía y de su biografía.
De noches más oscuras hemos salido y salir de nuevo adelante es posible. La crisis de Medellín y Antioquia hace 25 años sirve de referencia y muestra caminos ciertos. De las 50 empresas más grandes de la ciudad, que había documentado James Parsons en 1967, 40 habían prácticamente desaparecido, entre ellas las primeras diez, que explicaban entonces 90% del empleo generado por ese grupo. El nivel de desempleo en 2001 era de 23%, las muertes por 100.000 habitantes eran cerca de 400, las más altas en las ciudades del mundo. A 30 minutos de la ciudad, en cualquiera de las direcciones se daban “pescas milagrosas”. Había videos mostrando marchas de las milicias urbanas de diferentes grupos que se habían instalado en diferentes barrios, ELN, Farc, Bloque Metro de AUC…
En el marco de Antioquia Siglo XXI y del Planea que era su oficina para la puesta en marcha, se tenía una estrategia clave, que era la revitalización de la economía. Esta se basó en la innovación, cuando la innovación era la gran novedad en políticas públicas. El libro que compiló el ejercicio de construcción de la “Agenda de Innovación” se llamó ‘Si Antioquia aprende, habrá futuro’ (Aubad, Gomez, Ospina, Niebles, 2004). Lo lideraron Cámara de Comercio, Proantioquia, con CTA y Ecsim como apoyo técnico. La apuesta era ir a nuestra base: la capacidad de emprender y desde las empresas reconstruir los tejidos sociales. Las empresas aliadas en el Comité Universidad-Empresa-Estado eran el camino para que la sociedad aprendiera.
Más cosas ocurrieron, llegó Uribe y sentó las bases de la seguridad democrática. También las buenas administraciones de Fajardo, Salazar, Gaviria, Ramos en la Alcaldía y Gobernación. En todas ellas la agenda de competitividad y la estrategia de innovación eran puntos clave (y siguen siéndolo) en los planes de desarrollo. Antioquia aprendió. Decenas de multilatinas operan desde su territorio, tiene el nivel de desempleo más bajo y es un importante destino de residencia ocasional o permanente y referente internacional en música y cultura ciudadana.
Preocupa la capacidad de aprender de Latinoamérica y preocupa el autismo vergonzoso de la izquierda. Colombia tiene el reto de aprender de lo ocurrido. Desde 2010 nos hemos equivocado profundamente con la estrategia de paz, de empleo, de gasto público, de emprendimiento, de minas y energía y de medio ambiente.
El gobierno de Petro, con el apoyo y la participación de Santos, ha sido la profundización de todos los grandes errores de los ocho años de gobierno de la U: su corrupción, su gasto publico desmedido, y una estrategia de paz que multiplicó los cultivos y los grupos armados.
El país requiere una transformación profunda de su concepción del desarrollo. Es desde una sociedad competitiva y con empresas y empresarios vitales que podremos reconstruir nuestro tejido social y avanzar a la prosperidad.