Analistas 29/01/2025

Tarea para el 26: imponer la ley

Diego Gómez
PhD, Director ECSIM
La República Más

La guerra abierta que se desató en el Catatumbo se construyó en el proceso de paz de Santos. Los hechos nos muestran cómo este es el gran error en la historia reciente en Colombia. El país pasó de 42.000 hectáreas de coca en 2012 a 300.000 en la actualidad. Esto se está manifestando en los enfrentamientos entre los grupos criminales de las Farc, ELN, Clan del Golfo y otros en la lucha por el control del territorio y de los negocios ilegales de droga, oro y extorsión. Lo mismo, aun en menor escala, se está dando en Chocó, nordeste antioqueño, Buriticá y el Cauca.

La gran equivocación de Santos y de la izquierda, y que se repite con sevicia en este Gobierno, es pensar que un asunto de crimen es un problema de paz generado por lucha de clases. Desde principios de los años 80, cuando el M19 trató de capturar las rentas del narcotráfico vía secuestros y se generó el MAS, se ha configurado una guerra entre actores criminales. Ocurrió también con la aniquilación de la UP llevada a cabo por narcotraficantes que se enfrentaron a las Farc y luego con la confrontación de exterminio entre paras y guerrilla.

En estos años, el país ha tenido una guerra difusa, dispersa, mal declarada y peor manejada contra el narcotráfico y el crimen organizado. El Estado ha terminado siendo un idiota útil cuando no un testigo incapaz en los enfrentamientos entre grupos criminales. Ocurrió con la UP, con los paramilitares y está ocurriendo ahora.

Bajo la pretensión del proceso de paz de Santos y ahora de la Paz Total de Petro, el país se desarticuló y perdió el control del territorio. En 2012, los Urabeños eran un grupo limitado territorialmente y con sus estructuras golpeadas. Hoy, el Clan del Golfo ejerce un extenso control y opera la explotación de oro, de coca, extorsión y microtráfico en gran parte del país, en donde se enfrenta por el manejo de los negocios ilícitos con ELN, Farc y otras bandas.

En 2012, las Farc y el ELN habían reducido su principal fuente de financiamiento: los sembrados de coca a su mínimo histórico. Bajo el auspicio del proceso de paz, de los incentivos velados de la sustitución de cultivos, pero, sobre todo, por la negligencia del Estado, dejamos que este monstruo se multiplicara por siete y perdimos el control del país. Cosa parecida ocurrió con la minería de oro ilegal.

En toda la historia, desde Pompeyo, que acabó con los piratas por cuatro siglos en el Mediterráneo, hasta Uribe o Bukele en años recientes, cuando un Estado se ha decidido a imponerse contra el crimen, siempre lo ha derrotado. La tarea del próximo Gobierno es reducir la coca, retomar el control del oro y proteger a la ciudadanía de la extorsión y el microtráfico. El Estado tiene que imponer la ley en todo el territorio, esa es la razón primera de su existencia.

La Paz Total está llevando a este Gobierno al colapso. Sumado esto a los errores en el manejo de la salud y de las finanzas públicas, se está generando una situación de inviabilidad. Petro es incapaz de entender la realidad.