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Como oncólogo, tengo más de 26 años de experiencia viendo la evolución en el manejo del cáncer. No hace mucho tiempo, la mejor opción para muchos pacientes era la quimioterapia y en algunos casos el cuidado paliativo. Y aunque hemos logrado avances significativos en términos de sobrevida, desarrollo de nuevas terapias y un mayor entendimiento de la enfermedad, hoy como líder en la industria farmacéutica, reconozco la importancia de alzar la voz en beneficio de los pacientes.
Esta enfermedad afecta a más de 9,6 millones de personas en el mundo, y en Colombia en la última década, fue la segunda causa de muerte, siendo responsable de cerca de 20% de los fallecimientos. Con esto en mente, debemos concentrarnos en mejorar aspectos como el diagnóstico temprano, el seguimiento a los pacientes y el abordaje que desde la política pública tiene el cáncer, aprovechando la reciente conmemoración del mes de la lucha contra el cáncer para seguir fortaleciendo los esfuerzos e innovaciones alrededor de la patología. Hoy, sabemos que existen más de 250 tipos de cáncer y 350 genes que favorecen su desarrollo. De esta manera, somos capaces de detectar alteraciones en más de 315 genes relacionados con el desarrollo de esta enfermedad, además de identificar las 4 principales clases de alteraciones genómicas con un nivel de especificación de más del 99%. Esta información nos permite determinar el subtipo de la enfermedad, su clasificación y su firma genómica para encontrar la mejor opción terapéutica que se adapte a las necesidades del paciente.
Y es el valor de la innovación el que se traduce en la oportunidad para lograr que cada vez más pacientes puedan tener una vida normal a pesar de su condición. La innovación no solo se traduce en el valor que puede generar al interior de los sistemas de salud y con los profesionales médicos, sino también en el cambio de una perspectiva social y económica más centrada en el paciente y su entorno familiar.
Podemos hacer mucho más por los pacientes con cáncer que hace 20 años, y aunque sigue siendo una enfermedad devastadora, ya no es una sentencia de muerte. Esto requiere una mayor coordinación, cooperación e integración de los diferentes actores del sistema de salud, de tal manera que se obtengan mejores resultados en detección, diagnóstico, tratamiento y hasta la prevención de enfermedades de forma más rápida y efectiva.
Las personas que hoy viven con cáncer, tienen derecho a recibir el mejor tratamiento disponible. Por ejemplo, las unidades funcionales son hoy iniciativas que nos permiten garantizar la atención del paciente, bajo protocolos clínicos claros que generen resultados en términos de la evolución del paciente.
Es así cómo podemos tener un mayor seguimiento y una mayor evidencia del impacto positivo que estamos generando en la vida de los pacientes para acelerar y respaldar los procesos regulatorios, basados en evidencia sólida del mundo real. Así mismo, debemos impulsar la prevención de nuevos casos y promover la continuidad de los programas de sensibilización y detección temprana, los cuales disminuyen la probabilidad de progreso de la enfermedad y de encontrar casos en estadios avanzados, que son más difíciles, complejos y costosos de atender.