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Colombia enfrenta el desafío estructural de incrementar su inversión en Ciencia, Tecnología e Innovación (CT&I), que durante décadas se ha mantenido rezagada en menos de 0,3% del Producto Interno Bruto (PIB), muy por debajo de 1% planteado en el Plan Nacional de Desarrollo de 2019.
Igual ocurre con la recomendación de la Misión Internacional de Sabios (2019) de llevar, para 2022, la inversión pública en investigación y desarrollo (I+D) a 0,37% y la inversión privada a 0,26%. Estos objetivos no se han cumplido, alejando al país de la posibilidad de convertirse en una sociedad del conocimiento.
A pesar de que el Sistema General de Regalías destina 10% de sus recursos a la CT&I, lo que equivale a $2,5 billones para el bienio 2025-2026, la ejecución de estos fondos ha sido ineficiente. Las convocatorias del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación han tenido demoras significativas, frustrando a investigadores, docentes, estudiantes y empresarios, cuyos proyectos podrían contribuir a mejorar la productividad y la apropiación social del conocimiento.
Lo anterior podría representar para el gobierno que asumirá en 2026 encontrarse con un saldo importante de recursos acumulados para el bienio 2027-2028. Esto le permitiría, con estos recursos, implementar una agenda de choque ambiciosa para revertir el rezago en CT&I, focalizada en cuatro estrategias:
1. Fortalecimiento de la formación doctoral. Colombia debe financiar al menos 1.000 nuevos doctores. La meta establecida en 1993 por la Misión de Educación y Desarrollo de contar en el Sncti con 1.000 doctores por cada millón de habitantes, sigue sin cumplirse. Actualmente, el número de docentes con doctorado en universidades es de 19.385, lo que equivale a 400 doctores por cada millón de habitantes aproximadamente y la vinculación de doctores a los sectores productivos es marginal: solo 0,1% del personal vinculado a Actividades de Ciencia, Tecnología e Innovación tiene esta formación, en contraste con 25% en Brasil, 24% en Chile y 40% en México (Conpes 3981, 2019).
2. Articulación entre universidad, empresa y Estado. Esto es fundamental para impulsar la innovación. Se deben destinar recursos para consolidar alianzas estratégicas que contribuyan a la solución de problemáticas regionales y al aumento de la competitividad, así como a la generación de empleo, al incremento del número de patentes y la transferencia del conocimiento.
3. Fortalecimiento de Centros e Institutos de Investigación. A tal fin, se sugiere asignar medio billón de pesos, monto similar al destinado en el período 2018-2022, para consolidar capacidades científicas y tecnológicas, garantizando la continuidad de proyectos de investigación y la generación de conocimiento de alto impacto.
4. Educación en CT&I para la infancia y juventud. Al menos un $1 billón debe destinarse para esto, enfatizando la formación en y con tecnologías emergentes como la inteligencia artificial. La calidad educativa en estas áreas es determinante para construir un país más competitivo y preparado para los desafíos del futuro.
Colombia tiene la oportunidad de dar un salto hacia la economía del conocimiento, pero esto exige mayor inversión, ejecución eficiente y una estrategia clara en CT&I. Sin acciones decididas en formación doctoral, articulación con la industria, fortalecimiento de la investigación y educación en tecnología, el país seguirá rezagado en innovación y competitividad.