MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
La llegada del covid-19 no solo ha acabado con miles de vidas, sino que también puso de manifiesto las grandes dificultades sociales y económicas que enfrenta Colombia; el desempleo y la informalidad laboral son parte de estas. Para mayo de 2020 la tasa de desempleo total nacional fue 21,4%, registrando un aumento de 10,9 puntos porcentuales frente al mismo mes del año pasado, y la proporción de ocupados informales en las 13 ciudades y áreas metropolitanas fue 46,1%, según el Dane.
Las diversas medidas adoptadas por el Gobierno Nacional para mitigar los impactos del virus mantuvieron durante un período de tiempo bajo control el aumento de casos por covid-19 en el país, disminuyendo drásticamente la actividad económica. Para el cierre del año según el centro de pensamiento de Fedesarrollo se proyecta, en un escenario intermedio, una caída de 5,0% en el Producto Interno Bruto.
El escenario es desalentador, el sector productivo y el mercado laboral se encuentra en cuidados intensivos. ¿Cuáles serán entonces las medidas necesarias para reactivar la economía y pensar en los “olvidados”?
Desde mediados de marzo, que iniciaba a vislumbrarse el impacto que tendría esta emergencia por la pandemia, he venido planteando la necesidad de un ingreso básico o Renta Básica mensual, como una de las propuestas para reactivar la economía y dar un paso hacia adelante en la reducción de la desigualdad.
Se trata de un ingreso mensual focalizado para aquellas personas que se han visto más afectadas económicamente por la pandemia, dirigido a los más vulnerables y también a quienes pertenecen al grupo poblacional denominado “clase media”, que por las medidas de aislamiento se han quedado sin generar ingresos o que han perdido su empleo; esta renta no solo le dará oxígeno a la economía, sino que también brindará solvencia a millones de familias, que hoy más que nunca llevan el peso de ser los “olvidados”.
Los olvidados no son solamente los informales, también son los trabajadores independientes, los micros y pequeños empresarios, quienes han sentido el aislamiento obligatorio como una avalancha que se llevó toda la estabilidad económica que pudieran haber conseguido. Como si fuera poco, a este grupo de olvidados se suman una gran cantidad de trabajadores de los sectores que no han podido aún retornar a sus actividades; entre estos los pertenecientes a la cultura, el entretenimiento, la gastronomía y el turismo en general.
Por supuesto, la financiación de una Renta Básica implica un cambio en la forma de distribuir los impuestos, requiere un análisis por parte del Gobierno Nacional de las fuentes de recursos existentes y de las condiciones necesarias para su viabilidad.
Afortunadamente, podemos decir que en el país avanzamos en el consenso para establecer esta Renta. Con el impulso de diferentes sectores y de los congresistas, el siguiente paso será estudiar y debatir sus características, el alcance, el monto, la temporalidad, su implementación y progresividad, entre otros aspectos; buscando llegar a acuerdos con el Gobierno en una iniciativa cada vez más necesaria para frenar las secuelas de esta grave crisis sanitaria, económica y social.