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¿Han oído hablar de Mr Beast o de Tucker Carlson? Me imagino que sí, porque durante las dos últimas semanas los medios de comunicación no han hecho otra cosa más que comentar lo que hacen. Empecemos por Mr Beast, quien para celebrar su cumpleaños decidió hacer un reto en el que entregaría US$50.000 a cinco de sus seguidores. Puso dos requisitos para quienes quisieran participar y ganarse el dinero: compartir su publicación y etiquetar a alguien. El resultado fue todo un fenómeno viral.
Carlson, por su parte, publicó un video en Twitter en el que anunciaba que usaría la red social como plataforma de su propio informativo, el video de anuncio lo vieron 156 millones de tuiteros, una cifra que bien le puede competir a un evento deportivo.
Les contaré un poco de Mr Beast. Es el youtuber más famoso del mundo, o al menos del que todos hablan. Tiene una audiencia cautiva en su canal de YouTube de 151 millones de personas a las que le entrega contenido útil, constructivo y enfocado a la ayuda de los más necesitados.
Una suerte de responsabilidad social ausente entre los nuevos influencers. Carlson es un polémico periodista político, fue despedido de Fox News después de 14 años. Sin embargo, tiene seguidores ideologizados que lo buscan en donde sea que trasmita.
En esta guerra de audiencias entre los medios de comunicación tradicionales y las plataformas digitales se recurre a cualquier tipo de mensajes para obtener patrocinios. Y como en toda guerra informativa, las primeras víctimas son la calidad y la responsabilidad. Muchos medios dirán que todo tiempo pasado fue mejor, ¡error! Este es el futuro y hay que adaptarse si quieren sobrevivir mañana.
Debe haber responsabilidad social en los contenidos, calidad en su producción y contribución tributaria, es decir pagar impuestos cuando se deriva un ingreso de vender información. Es lo mínimo, si como influencer están ganando grandes sumas de dinero por una labor que antes no era facturada, sino que se pagaba con agradecimientos, canjes y muestras gratis. No era monetizada.
El fenómeno de Mr Beast y Carlson, que aún no se ha consolidado en mercados como el colombiano, es un llamado a repensar la manera de como los medios tradicionales hacen click con las nuevas generaciones. Las viejas formas, la manera obsoleta de contar historias, más las mismas maneras de ver a las audiencias, ha hecho que nazcan en el mercado alternativas novedosas que están seduciendo a los más jóvenes.
El diagnóstico es muy simple: las nuevas audiencias quieren nuevas caras con personalidad, perciben los contenidos de hoy viejos, sin esencia contemporánea que obedecen a estructuras obsoletas que no conectan.
El éxito de los outsiders de los medios de comunicación no es otro que la inmediatez, frescura, conexión vibrante, desestructuración de sus contenidos más una autenticidad que los hace más creíbles, menos acartonados y más conectados con los tiempos digitales en que vivimos.
Un mensaje contundente es que según un estudio global, los latinoamericanos y españoles quieren ser influencers, mas no, periodistas tradicionales o comunicadores sociales. Los medios están cambiando y la mejor manera de entender esa realidad es mirar los anhelos de los más jóvenes en términos de comunicación.