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Yo soy de quienes piensan que noviembre es un mes que no existe, o mejor, que ni se siente, pues una vez entran los meses terminados en “bre”, las fiestas, parrandas, espíritu navideño, noche vieja, y demás, se precipitan en toda Colombia.
Entramos en las últimas semanas de noviembre y huele, suena y se respira el aroma de fin de año. Pronto aparecerán en escena las velitas, las novenas, los buñuelos, la natilla y las fiestas, algunos armarán el pesebre y/o decorarán el árbol, se escucharán villancicos, clásicos navideños y la música típica popular decembrina de nuestro país que tanto anima. Una temporada verdaderamente tentadora para pasarla rico entre nuestras costumbres, y en especial en familia.
No nos digamos mentiras, en esta época nadie quiere ser juicioso, disciplinado ni seguir las rutinas ordinarias, aunque algunos más determinados y psicorrígidos sí lo logran. Mis respetos y admiración para ellos. ¿Qué tipo de persona es usted cuando la atmósfera de fin de año toca la puerta y las fiestas son inevitables? Cuéntenme en mis redes sociales para seguir esta conversación...
Yo diría que esta época acentúa nuestra personalidad, evidencia la verdadera identidad de las personas, nuestra esencia, y a su vez, determina el rumbo que tomará el próximo año. Quienes son cuidadosos con sus finanzas, cuerpo, formación, proyectos o simples hábitos, sobrevivirán a los excesos decembrinos, pero quienes son menos cuadriculados y fiesteros, se dejarán llevar por la primera invitación. Y seguramente, en enero, tendrán cargo de conciencia, pagarán las cuentas de todo, pero la pasarán mejor que los del primer grupo.
La vida no siempre es de extremos, habrá quienes se autodefinan como equilibrados, es decir ni fu ni fa, y son más bien quienes saben navegar en cualquier tipo de aguas sin ahogarse. Hay dos formas de verlo: invierto y planeo estratégicamente para que el año empiece con toda, o quienes queman las naves y mañana verán.
Son muy distintos los que se anticipan y calculan y el otro grupo que derrocha y en enero verá. Se oye siempre decir: “lo que fue, fue” y “aún queda tiempo para cambiar los resultados o al menos sembrar para el próximo”. Es la eterna guerra del pesimismo versus el optimismo.
No hay un manual de cómo sobrevivir a las fiestas, cada persona tiene su ADN y toma decisiones conforme a sus planes individuales y su entorno cultural. Lo importante es ser consciente de que es una época distinta, en donde las finanzas se ponen a prueba, los consumos y los gastos, y en el tema físico, nunca en ningún otro mes, el cuerpo está tan sometido a las tentaciones que traen la comida y la bebida.
A mi me gusta el aroma de fin de año, solo que no hay que exagerar. Cada día trae su encanto sus retos y metas. Las fiestas de fin de año ponen a prueba a las personas y cada uno sabe cómo sobrevivirlas, el punto está, en saber vivir.