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Analistas 17/06/2023

La “esclavitud” de comer sano

Me atrevo a arrancar esta columna -como una simple conversación con Ustedes los lectores semanales-: “se come para vivir, no se vive para comer”, ¿qué opinan? No sé que tanto estén de acuerdo conmigo con estas introducción, pero a mi encanta el tema y me parece súper apropiado para estos días de puentes, vacaciones, celebraciones, fiestas y buen clima.

No entiendo cómo hacían nuestros padres, madres, abuelos, abuelas, todas las antiguas generaciones para trabajar, viajar, entretenerse, vivir, sin tanto cuidado con la comida; no existía la mentalidad esclavizadora moderna del excesivo cuidado del cuerpo, que aunque pueda estar equivocada, lejos de sentirlo como algo positivo, creo que pasamos la raya del bienestar y nos está llevando a la obsesión cultural, una suerte de nueva enfermedad social que todos padecemos de alguna manera.

¡Ya no se puede comer nada, todo es malo, hace daño, engorda, es caro! ¡Dios mío! Entonces cómo hacía mi mamá en su momento para comer sin reparos y mantenerse tan bella; no es sino mirar las fotos de años pasado para ver sus cuerpos hermosos, saludables, sin darse tanto látigo, ni castigarse hasta la enfermedad, tal como sucede ahora.

En la otra orilla están quienes consumen alimentos procesados en exceso, no hacen ejercicio, beben de más, y esperan de la noche a la mañana, tener su cuerpo saludable y deportivo. No vayan a tomar mis palabras como escudo y aplicar la ley del mínimo esfuerzo. Criticar la esclavitud de la comida sana no es que me convierta en profeta de comer y beber sin los cuidados mínimos. Me la juego siempre por el término medio.

La vida sana no solo se ha erigido como una nueva religión, sino en uno de los negocios más lucrativos de la economía moderna, m´ en los países desarrollados. Un estudio de Edenred Food dice que la pandemia logró que 78% de las personas se volvieran más conscientes de su salud y ahora casi toda la gente prefiere tener una dieta saludable que antes del coronavirus.

Euromonitor International cuantifica el mercado de los snacks saludables en Colombia en unos US$2.300 millones el año, con un alza cada año de 2% entre 2015 y 2020. Es un hecho que comer bien para verse y sentirse mejor es un mercado que representa 29% del valor de mercado de snacks. Un negocio que crece por el afán de comer más sano.

Debe haber la manera de coexistir con la comida, pasarla bien, no vivir en un eterno sufrimiento. También es un tema de bolsillo ¿Se justifica pagar grandes sumas por un producto supuesto fit? Es mucho mejor alimentarse con comida natural, esa que proviene de la tierra, sostenible, abandonar tanto químico, más agua, vitaminas y vegetales, obvio y complementarlo con ejercicio.

Tu mundo y mente no debe girar solo en torno a la comida. No es normal, y me niego a que esa moderna “esclavitud”, sea una nueva cultura ya estabilizada en nuestro medio.

Siempre la mitad o el punto de equilibrio será la mejor fórmula para vivir bien y verse bien en una sociedad demandante hasta la misma enfermedad de las personas. El bienestar del cuerpo y de la mente pasa por encontrar los equilibrios adecuados: ni tanto que queme al santo ni tanto que no lo alumbre, reza un dicho popular.

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