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Cada cierto tiempo llegan conceptos económicos a nuestro entorno que lo cambian todo, invitándonos a cuestionarnos, abrirnos a nuevas posibilidades o alternativas, a mirar el mundo de otra forma, con otros ojos, que tal vez años atrás, considerábamos altamente improbables, mejor dicho, que generan toda una auténtica revolución cultural. Estoy hablando de la rompedora economía circular que ya está entre nosotros.
Se imagina usted vendiendo la ropa de su clóset que ya ha usado, y por consiguiente, le está dando una nueva vida; rescatando para otras personas sus chaquetas, camisas, vestidos, zapatos, carteras, corbatas, etc., que han sido enterradas en el clóset, pero que le pueden servir a alguien más. Hace una década la respuesta inmediata habría sido “no, imposible”, pero hoy es evidente que el tema está de moda, al menos es una tendencia entre las nuevas generaciones más cargadas de conciencia ambiental y sostenibilidad.
El arte de reutilizar las cosas que no se han roto, en este caso particular refiriéndonos a la moda, puede generar un antes y un después en la manera en que las empresas producen y en que nosotros consumimos. Nada más ver que empresas de la talla de H&M y/o Zara, tan posicionadas en la industria textil que le están dando una oportunidad a la ropa usada; eso debe decirnos algo, deben insinuar un cambio en la manera de cómo compramos y cuál es el destino de las prendas.
Me pongo a pensar que desde hace mucho tiempo mis amigas y yo intercambiamos prendas, chaquetas, vestidos, accesorios, para ocasiones o eventos especiales, cuando no sabemos o no tenemos que ponernos. Es una incipiente forma de darnos cuenta que la economía circular ya estaba instalada en el funcionalismo y la practicidad, especialmente de las mujeres, pues es habitual prestarse ropa para ocasiones. No lo veo mucho entre los hombres. Pero yo les confieso que a mi me cuesta, sobretodo la parte de usar vestidos de alguien más, a quién ni conozco, de quién no tengo certeza sobre sus hábitos y aseo (así se lave y desinfecte), sin embargo, conozco a varias personas cercanas a mi ya han entrado en esta nueva dinámica.
Ahora que lo pienso, de manera inconsciente he sido parte de la moda circular desde hace tiempo. Desde pequeña, tengo el hábito de sacar ropa que no uso y regalarla a personas que si pueden disfrutar y necesitarla, me lo enseñaron mis papás. Por mi lado y hasta nuevo aviso, prefiero regalarla, pero eso no le resta importancia al hecho de que sea una gran idea de negocio vender prendas en buen estado. Sé que hay montones de páginas de ropa usada, auténticos mercadillos en los que se compra y vende de todo.
No me puedo imaginar a las personas de la generación de mis padres contándome que están vendiendo y/o comprando ropa usada. No está entre sus hábitos. Ellos tampoco reciclaban, conducían carro sin cinturón o no se ponían casco para andar en moto; las cosas cambian, las personas asumen nuevas tendencias y la sociedad ambiental y sostenible está a la vuelta de la esquina. El mercado existe, cada vez hay más tiendas, páginas y aplicaciones que se dedican a hacer circular la moda, es cuestión de gustos, ideales y de adaptación y apertura al cambio de cada ser humano.