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¡Así de sencillo! A mí me gusta agosto porque es el mes que parte el año en dos: primero porque nos pone en modo acelerar motores, antes de que comiencen los meses terminados en “bre”, que al llegar precipitan el final del año; y segundo, porque cierra una especie de verano de vacaciones en todo el país; mucho sol, fuertes vientos, viajes al Caribe, o quienes van a otros países para aprovechar el buen clima, particularmente a Estados Unidos o Europa. En definitiva, para mí, agosto parte el año en lo hecho y en lo que está por hacer.
Si me permiten exagerar, cuando agosto llega a su final, huele más a fin de año, y uno piensa ya esto se acabó, se hizo lo que se pudo. Pero, a qué huele el fin de año; huele a que es momento de olvidarse las excusas y dejar de procrastinar ponerse las pilas a hacer todo lo posible, lo que este en nuestras manos para que el año termine siendo productivo y lograr un balance positivo y no pasarlo en blanco o hacer lo mismo del anterior. Hay que mirar realmente que hicimos y acelerar.
Personalmente no quisiera llegar tan rápido a diciembre, mirar atrás y decir: “me volvió a coger del día con mis planes, se fue el año y no hice un cambio significativo, no dí un gran salto en mis trabajos o en mis finanzas personales. Son 365 días, pero como buenos latinos, solemos dejar las cosas para el final; se nos acumula todo porque lo dejamos para después, y resulta que, “después, no hay después”. Soy una procrastinadora en deconstruccion que está aprendiendo a priorizar. Me cuesta pero estoy dando la pelea. Sí, no siempre debemos priorizar eso que nos nace, pues lógicamente vamos a escoger los planes que no sean difíciles o que son más placenteros, pero que paradójicamente si resultan ser los que necesitamos y los que nos harán avanzar hacia nuestras metas, avancemos en esas decisiones.
Perdón, me puse muy profunda, hablando de metas y responsabilidades al final del séptimo mes de año, antes de este agosto que se nos vino encima. La moraleja anticipada es que quedan poco más de solo 30 días para esos meses terminados en “bre” que aceleran el aroma de fiestas de fin de año y se hace que los grandes planes se aplacen para el nuevo año; además, es entre agosto y septiembre los empresarios hacen sus presupuestos para el siguiente año fiscal. No sobra estar apurada.
Ahora vamos con los meses del bre, esos que invitan a celebraciones, comedera y muchas fiestas. Percibo que al llegar el día del amor y la amistad, ya estamos en otra onda, pues a pocas semanas es la semana de descanso de octubre, el halloween, los dos puentes de noviembre, la noche de las velitas, y la irremediable novena que nos desemboca en noche buena y noche vieja. Por eso mi tema de hoy: no aplacemos las metas y los propósitos de este año que cuando menos pensemos habrá terminado porque veo ese 2024 a la vuelta de la esquina.
El viejo dicho de “hacer su agosto” es real. Según los expertos “la expresión hace referencia a la recolección, y significa entrojar o almacenar la cosecha de cereales y semillas, y, por ende, hacer su negocio o lucrarse, aprovechando ocasión oportuna para ello”. De eso hablamos: de empezar a cosechar o alcanzar a sembrar para no pasar el año en blanco. Si bien han sido meses difíciles para algunos, las expectativas de compensar están: cosechar lo que se ha sembrado durante el año.