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Existen dos tipos de personas: las que sueñan con ganarse la lotería algún día y las que la compran, una suerte entre quienes imaginan y los que pasan a la acción. O mejor, a las que seguramente les encantaría ganársela, pero lo consideran tan poco probable, que ni una sola boleta han comprado en su vida. ¿Usted en qué grupo está? Yo, por lo menos, soy de los soñadores, mis padres por el contrario, compran, registran, sueñan y juegan cada vez que el azar les da la oportunidad.
Todos planeamos de alguna manera nuestras vidas, caminos y maneras de garantizar la plena solución a nuestras necesidades básicas y anhelos más hedonistas. En cualquiera de los dos grupos (soñadores activos o pasivos), y como todo en la vida, debe haber excepciones a la regla, me atrevería a afirmar que casi nadie tiene planificado con precisión cómo gastaría el dinero si le llegase a la vida de un totazo. ¿Se ha puesto a pensar qué haría usted con su primer millón de dólares? (Mejor si ya lo tiene, pero ese no es el ejercicio).
Hagamos cuentas. Ahora supongamos que en la práctica ya se ganó el millón de dólares porque tuvo suerte o los astros se alinearon. Ese monto es más o menos unos $4.000 millones, haciendo el cambio en esta revaluación del peso; como es una ganancia ocasional deberá pagar el impuesto de ganancia ocasional de 15%, es decir solo recibirá, $3,400 millones. Ese monto de dinero ya no dice tanto porque es quizá el precio de un apartamento grande y lujoso estrato seis en las ciudades principales. Pero esos $3,400 no le hacen daño a nadie, y comprar una casa no está en el plan de muchos.
¿Usted que haría con su primer millón de dólares?, tal como cantaba Bacilos: “yo solo quiero pegar en la radio para ganar mi primer millón”. La respuesta simple y rápida siempre viene del lado de las compras aspiracionales: mansión, avión, yate, finca, estudiar, viajar o mil ideas más. Son dos o tres categorías; compras, solidaridad, inversiones. Muchos hablan de otras opciones como asegurar el futuro de los hijos, heredar, filantropía, pero sobre todo pagar deudas, algo así como si ya debiéramos parte de ese millón de dólares.
Siempre hago recorrido de mesa (trabajo en La FM) y les pregunto a mis sabios compañeros cuáles serían sus decisiones. Juan Lozano priorizaría el estudio y futuro de su familia, la filantropía y un carro antiguo. William Calderón se iría de viaje y también le aseguraría el futuro a sus hijos; Luis Carlos Vélez invertiría en QQQ, un fondo que invierte en tecnología en Nasdaq, Santiago Ángel se iría a viajar, estudiar y compraría un apartaestudio; Fernando Quijano se los metería a la finca, y Jesús Prado, pagaría deudas y el resto va para el estudio de sus hijos. Todo uno portafolio de acciones, el problema es que, al igual que yo, casi ninguno compra lotería, somos personajes que su lotería es trabajar duro todos los días.
Apostarle a trabajar, jugársela por el azar, no son caminos distintos, hacen parte de la vida misma; hay cosas que se logran trabajando duro por muchos años, pero otras llegan por pura suerte, un genuino golpe del azar; son situaciones no excluyentes; nunca sobrará comprar tiquetes de lotería, jugársela por algo, el Mega Million, el Baloto o simplemente registrar los puntos de compra. Nunca sobra poner un pedazo del destino a la suerte.