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Los 10 años de la Fundación Alpina son una oportunidad para compartir algunas de las reflexiones que se han dado en su Consejo Directivo, y en cuyas discusiones Econometría ha participado. Se trata de un tema pertinente para todo el sector empresarial.
Para algunos la única responsabilidad de una empresa es desarrollar una actividad productiva generando empleos para sus trabajadores, bienes para la sociedad y utilidades para sus socios. El Estado obtiene de esa actividad ingresos por medio de impuestos, que los usa vía regulación, financiamiento o ejecución directa para proveer los bienes y servicios que necesita la sociedad.
Los impuestos son un ingreso para el Estado, pero un costo para las empresas. El Estado siempre querrá que ellos sean más altos, y las empresas siempre que sean más bajos. Esta contradicción se resuelve con un acuerdo social (Constitución Política), en el que se da el marco para definir el tamaño del estado y el nivel de impuestos necesario para financiarlo.
Ahora bien, cuando el Estado no cumple adecuadamente con sus funciones, no es de extrañar el surgimiento de iniciativas empresariales. Las empresas no son indiferentes a un contexto con problemas y buscan hacer algo al respecto. Las opciones van desde actividades relacionadas con sus entornos (como programas de responsabilidad social o negocios inclusivos) a acciones de tipo filantrópico. La experiencia de la Fundación Alpina como laboratorio social muestra una opción con un gran potencial de cambio estructural, donde la filantropía va mucho más allá de la caridad, con la perspectiva atacar el problema central: un mejor funcionamiento del Estado.
El punto de partida hacia la filantropía empresarial son las utilidades. Corresponde a los socios definir qué hacer: pueden consumirlas, pueden reinvertirlas, o pueden destinarlas a actividades filantrópicas. En este último caso, el gasto puede hacerse individualmente o en grupo, que sería el caso de una fundación empresarial, donde se logran economías de escala y empoderamiento derivado de la reputación de la empresa.
Si ya se ha tomado la decisión de hacer filantropía y hacerlo desde una fundación empresarial, debe definirse en qué área trabajar. Muchas lo hacen en áreas relacionadas con la actividad empresarial. Sin embargo, dado que una cosa es la empresa y otra las actividades filantrópicas, no necesariamente se debería trabajar en lo mismo, particularmente teniendo en cuenta que si las actividades filantrópicas aportan al negocio de la empresa, no deberían hacerse recibiendo descuentos tributarios.
Las fundaciones empresariales, por su propia naturaleza, tienen una cierta inclinación para desarrollar actividades empresariales, como objetivo central o complementario. Lo clave de apoyar el emprendimiento, aparte del resultado esperado que sería una mejora significativa de los ingresos por parte de los participantes, es el cambio que se da en la relación ciudadanos-Estado. De una situación donde los más pobres mendigan los apoyos del Estado, se tiende a pasar a una situación donde lo básico se lo agencia la gente y la relación con el Estado pasa más a la exigencia de derechos. Es un cambio muy profundo. En perspectiva histórica esta fue la experiencia del Eje Cafetero, cuando el café era un producto competitivo para la región.
Habiéndose decidido hacer filantropía, queda la pregunta de cómo ser más efectivo. Lo primero es que una fundación, a diferencia del Estado no tiene ninguna obligación distinta a la que sus fundadores establecieron en los estatutos. Por tanto, cualquier cosa que se haga se valora. Claro que, si se trata de una fundación relacionada con una gran empresa, hacer muy poco podría ser contraproducente para su imagen. En todo caso debe evitarse buscar grandes y crecientes coberturas. Este camino lleva a una trampa. Primero porque es imposible lograr coberturas altas (ni el mismo Estado suele lograrlas); y segundo porque las coberturas suele darse a costa de la calidad. Con menos, pero muy bien hecho, podría una fundación empresarial ser mucho más relevante, en la medida que lo que se haga se vuelva un “ejemplo demostración”. La calidad es una vía para lograr mayores coberturas vía réplicas o influencia en las políticas públicas. Lo central es hacer la diferencia. Evaluaciones que hemos hecho muestran que lograr esos grandes impactos es factible.
En este punto vale la pena volver al punto de partida. La filantropía en buena medida responde a fallas del Estado. ¿Qué tanto se pueden solucionar esas fallas con la filantropía? Existen varias vías factibles en la medida que (i) los resultados se vayan propagando vía réplicas, (ii) los proyectos logren interactuar con las políticas públicas, que es cuando las fundaciones actúan como laboratorios sociales del país. Y (iii) se den procesos de empoderamiento de los beneficiarios (y sus organizaciones) frente al Estado.
Al final la filantropía puede brindar beneficios directos a quienes participan en sus proyectos, pero si además se logran grandes impactos y funciona como un laboratorio social tiene la perspectiva de trascender. Respecto a otras alternativas empresariales de intervención social genera menos resultados “apropiables”, pero aporta más a los cambios estructurales que requiere el país.