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Escrito por: Mauricio Olivera
Estamos en la mitad de la pandemia, aún pensando cuánto durará y cómo enfrentarla, casi que sobreviviendo. Sin embargo, es necesario pensar en el futuro. Una de las lecciones que está dejando este inesperado choque es la necesidad de cambiar muchas cosas, en la vida personal, en la vida laboral y en el funcionamiento del Estado.
De hecho, un sicólogo y matemático, Daniel Kahneman, fue galardonado en 2002 con el Premio Nobel de Economía en parte por añadir a la teoría económica del comportamiento la premisa que dice que toda crisis genera reforma. Demostró que es más fácil cambiar el statu quo en tiempos de crisis que en tiempos normales. En crisis los afectados buscan cualquier cambio para salir de ella, lo que facilita las reformas, mientras que en tiempos normales hay una “zona de confort” en la cual no es necesario cambiar el statu quo, así éste conviva con problemas estructurales (como la desigualdad en Colombia).
En este momento estamos enfrentando una crisis inesperada y sin precedentes. Es una crisis de oferta, en la cual las economías del mundo están detenidas, y las políticas monetaria y fiscal tradicionales no son suficientes para enfrentarla. Además, la crisis puede tener un enorme impacto.
Después de ocho días de aislamiento, entre el 23 y el 31 de marzo, el desempleo aumentó de 10,8% a 12,6% comparado con el mismo mes del año anterior. Es decir, se sumaron 287.000 desempleados más. Pero las personas que pasaron a no buscar empleo son alrededor de 1.500.000. El efecto puede ser mayor.
Es también sin precedentes porque nos afecta a todos. A las personas y las empresas, los trabajadores y los empleadores, las empresas micro, pequeñas y medianas, y también las grandes, el sector urbano y el sector rural, los ricos y los pobres, los países desarrollados y los que están en vía de desarrollo, los trabajadores formales y los informales, los sindicalizados y los no sindicalizados, y las finanzas del Gobierno.
Regresar a la normalidad anterior va a ser difícil y va a tomar mucho tiempo, sobre todo si no se hacen los cambios. Siguiendo con el ejemplo del mercado laboral, si no se hace una revisión profunda del mercado laboral tal y como existe, y de la normatividad que lo regula, la recuperación puede ser más lenta y más costosa. El tránsito hacia la formalidad va a ser más duro si la legislación de formalidad es para aquellos que trabajan de 8 a 6 y cotizan mensualmente a la seguridad social con un ingreso estable.
Mirando hacia el futuro, la crisis también puede verse como una oportunidad para realizar grandes reformas. Siguiendo la teoría de Kahneman, estamos todos afectados y es la oportunidad para sentarnos a pensar en los cambios necesarios para salir fortalecidos, y esto implica reformar. Esta columna cita por lo menos dos reformas -la eficiencia del estado y la laboral.
Sobre la primera, uno de los problemas estructurales que sufre Colombia es la baja credibilidad que tenemos los colombianos en nuestras instituciones. Aunque la tasa de pobreza ha disminuido, y la clase media ha crecido, muchas personas se encuentran en vulnerabilidad con alta posibilidad de regresar a la pobreza, lo que las hace más exigentes por respuestas efectivas del Estado.
Si no resolvemos este problema, cada vez estaremos más descontentos y el Estado seguirá debilitándose, en perjuicio de todos. Los programas de alivio durante el aislamiento han puesto a prueba esta eficiencia, y es claro que debe mejorarse. Esto pasa por uno de los males que más afecta a Colombia, la corrupción, que necesita una gran revisión de la probabilidad de ser castigado de manera efectiva por este flagelo, es decir, una reforma a la justicia, pasando por el sistema carcelario.
Pero también implica una gran reforma del Estado, exigiendo mayor eficiencia en el desempeño de las entidades públicas, por ejemplo asignando el presupuesto basándose en indicadores de desempeño y en la satisfacción del ciudadano. Aquí el papel de la Función Pública es esencial. Y será necesario hablar con los sindicatos del sector público, los contratistas, y el Congreso, entre muchos otros actores.
Sobre la reforma laboral, inclusive antes de la llegada de la pandemia ya era claro que el mercado laboral está cambiando a pasos agigantados. El contrato laboral está cambiando, el emprendimiento y la independencia son cada vez más importantes, y la rigidez de la legislación laboral, con buenas intenciones, termina excluyendo a muchos trabajadores, dejándolos en la informalidad.
La mayoría de personas ya no trabajan todo el mes en una oficina, ni con un ingreso estable; trabajan por días o por horas, y sus ingresos son volátiles y dependen del esfuerzo. Por eso es necesario adaptar la normatividad a la realidad laboral, buscando cubrir a más personas con la seguridad social. Y esto significa una gran reforma.
Adicionalmente, está la formación para el trabajo. Recordemos que la baja productividad, especialmente la laboral, es uno de los grandes retos de América Latina. Es necesario revisar qué tipo de educación y formación están recibiendo los jóvenes para contribuir al aparato productivo. Esta reforma podría crear un círculo virtuoso: técnicos o tecnólogos más productivos y con formación más pertinente, generando crecimiento en las empresas, lo que aumentaría su demanda y sus salarios, y la economía crecería.
La crisis afecta a todos los trabajadores y todas las empresas. De acuerdo con datos de Planeación Nacional, de 23 millones de trabajadores, por lo menos 15 se verán afectados, tanto en el sector formal como en el sector informal. Este choque puede ser la oportunidad para que todos, trabajadores, sindicatos, desempleados, empresarios y gobierno, formales e informales, abran el espacio para discutir la reforma de un mercado laboral más incluyente y productivo. Otro actor importante es el Sena, y obviamente la participación de sus sindicatos.
Muchas otras reformas pueden ser necesarias para salir de esta pandemia. Por ejemplo, la agrícola, pensando en la seguridad alimentaria como objetivo, y la pensional, para no seguir poniendo en riesgo la estabilidad macroeconómica del país. Varias reformas son necesarias para salir fortalecidos de esta crisis.