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Lo primero sería precisar el orden de la propuesta económica de Marta Lucia Ramírez, pues la presentación de la misma, tal vez por la forma como lo hace, deja dudas sobre la efectividad de las medidas que propone, pues aparentemente no ofrece fórmulas de financiación para alcanzar sus propósitos.
Como casi todos los candidatos a la Presidencia, presenta la candidata Ramírez una serie de iniciativas como estimular el emprendimiento, incrementar la competitividad y la productividad, crear un ministerio de fronteras, ampliar la cobertura educativa, mejorar la inversión en educación, ampliar la cobertura en pensiones, que hoy considera injusta e insuficiente, e incrementar el crecimiento agrícola hasta llegar a sembrar 10 millones de hectáreas, lo que significaría más que doblar la actual producción agrícola del país, que requieren considerable inversión.
Aquí, como siempre, la gran incógnita es de dónde van a salir los recursos para financiar los ambiciosos programas que plantea la candidata cuando, en medio de la discusión, sigue agregando costos para la infraestructura requerida, dejando dudas de que con la mejora del recaudo o el control de la evasión, que propone, se obtengan los recursos no cuantificados, para financiar sus propuestas.
La falencia en esta materia que es común a todos los candidatos, está transversalizada por el actual problema fiscal, que no deja mucho margen de maniobra, pues hay necesidad de reducir el déficit, mantener la regla fiscal y atender los compromisos que el Estado tiene para el postconflicto, que son inaplazables e ineludibles.
Ramírez, no plantea una fórmula clara en materia tributaria que le permita obtener recursos frescos para la financiación de sus propuestas y, aunque no lo dice, seguramente su talante la llevaría a mantener la decisión del actual Gobierno de aspirar a ingresar al exclusivo club de la Ocde, así como la intención de hacer lo que sea necesario para evitar que se cumpla la amenaza latente de las Calificadoras de Riesgo sobre nuestros papeles de deuda, lo que es ineludible para quien llegue a la Presidencia de la República; más aun, tratándose de una persona afecta a una escuela de manejo ortodoxo y sin sobresaltos de la política económica.
Pero lo más preocupante es que la candidata propone alcanzar una meta de crecimiento de 4,5% del PIB en los próximos tres años. En esta materia me parece francamente irreal su propuesta, pues el actual crecimiento de 1,8% ha dejado al descubierto las graves falencias de nuestra economía que presenta un pírrico crecimiento agrícola de 1,1% en el ultimo trimestre del año pasado y grave deterioro en casi todos los sectores de la industria manufacturera que no ha podido recuperase de la enfermedad holandesa, presentando caídas, en algunos casos, superiores a 10%, lo que hace prever que su recuperación sigue siendo inalcanzable, en el corto plazo, pues aparentemente seguimos dependiendo de la ruleta rusa del petróleo.
En resumen, la propuesta económica de Marta Lucía Ramírez adolece de soluciones al tema de ingresos; y si a lo anterior se agrega la propuesta de bajar los impuestos, así no sea en el corto plazo, a las empresas, el vacío es más ostensible. Quedamos a la expectativa de que, seguramente en el transcurso de la campaña, afinará sus planteamientos económicos planteando desafíos que le permitan financiar su plan de Gobierno y llenar el vacío que deja como mujer frente a las expectativas de las colombianas