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El Dane no ha producido cifras de pobreza para 2022 ni para lo corrido de 2023. Lo último que sabemos es que en 2021 la pobreza bajó a 39,3%, después de haber llegado a 42,5% en 2020, el año más crítico de la pandemia. Tampoco sabemos nada de la evolución reciente de la desigualdad. El Dane no tiene programada la fecha de publicación de nuevos datos.
La falta de información sobre temas tan cruciales no deja de ser paradójica en un gobierno supuestamente comprometido con la justicia social. Pero no creo que haya explicaciones políticas ni ningún tipo de manipulación detrás de esto. Lo que creo es que el Dane está atrapado en una confusión mental de la que no sabe muy bien cómo salir.
Resulta que la tasa de pobreza monetaria que se calcula cada año se interpreta erróneamente como el porcentaje de colombianos que fueron pobres durante el año. Es un error porque los cálculos vienen directamente de los datos de ingresos mensuales de los hogares (según la Gran Encuesta Integrada de Hogares). Siempre se ha creído que si se toman los datos de pobreza de los 12 meses del año el resultado es la pobreza anual, cuando en realidad lo que se obtiene no es más que un promedio de las pobrezas mensuales.
El problema es bastante crítico para el año 2022 porque la situación económica cambió muy rápido debido a la recuperación, que fue muy fuerte hasta mediados del año, y a la inflación, que aumentó a lo largo de todo el año.
Sorprendentemente, a fin de año nos encontramos con una economía recalentada. Es seguro que muchas familias que padecieron pobreza los primeros meses del año pudieron recuperarse económicamente en los meses siguientes. Y al revés, muchas familias que a principios del año no eran pobres cayeron luego en situación de pobreza porque sus ingresos no aumentaron a lo largo del año.
Dado todo esto, pretender que la pobreza anual en 2022 fue el promedio de las pobrezas mensuales no hace mucho sentido. Menos sentido tenía en 2021 cuando ocurrieron cosas más drásticas, como las cuarentenas y el “estallido social.”
Lo que tendría sentido es que el Dane nos contara cada mes qué está pasando con la pobreza mensual, que es más fácil de medir, sin pretender calcular la pobreza anual, cuya medición es un asunto más complicado, porque implica estimar los ingresos anuales de las familias que son encuestadas por una sola vez en la Geih (y no simplemente multiplicar por 12 los ingresos mensuales del mes que son encuestadas).
Con los ingresos familiares mensuales y los precios locales de los alimentos que forman la canasta mínima de consumo por persona puede saberse si una familia fue pobre (o pobre extrema) en el mes en que fue encuestada. Los cálculos son bastante confiables para las 23 principales ciudades capitales, aunque no para otras zonas del país, para las cuales podrían producirse estimaciones menos frecuentes.
¿Qué tal que a estas alturas del año 2023 estuviéramos esperando la información sobre desempleo o informalidad de 2022 porque el Dane tiene dificultades para calcular las tasas anuales de estas variables? Lo que le interesa a la opinión pública, primero que todo, es estar informada en forma oportuna y frecuente de lo que está ocurriendo.
Mi recomendación sería que el Dane produzca en forma retrospectiva las series mensuales de pobreza para las 23 ciudades al menos desde comienzos del 2021 y en el futuro continúe reportando resultados mensuales. Así podremos tener una idea de los grandes cambios que han tenido las condiciones sociales desde entonces y tendremos un termómetro hacia adelante.
Adicionalmente, el Dane debe seguir produciendo cálculos de la pobreza multidimensional cada vez que pueda acopiar la información necesaria sobre las variables estructurales que componen este indicador.
Al Comité de Expertos en Pobreza le sugiero terminar de sacudirse las telarañas mentales que le han impedido entender qué es lo que mide la tasa de pobreza.