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La empresa Ipsos es reconocida internacionalmente por sus encuestas de opinión. La última encuesta se hizo entre el 25 de junio y el 9 de julio en 28 países de todos los continentes y niveles de desarrollo. Colombia es el país donde la gente está más pesimista: 88% cree que el país va en la dirección equivocada. Incluso desbancamos a Perú, donde 86% de la población considera que el país va por mal camino (por esos días ya todo apuntaba a que el izquierdista Pedro Castillo sería declarado ganador de las elecciones presidenciales). En la mayor parte del mundo predomina el pesimismo: sólo hay mayorías que creen que su país va bien en Arabia Saudita, India, Australia y Canadá (pero el ambiente de intimidación en los dos primeros exige cuestionar la validez de las encuestas).
En la mayor parte del mundo, cuando se hizo la encuesta la preocupación número uno era el covid-19. No en Colombia, a pesar de que apenas unas semanas antes habíamos alcanzado el pico de la tercera ola de contagios: en la semana del 7 de junio murieron (por todas las causas) 9.955 personas, más del doble que en una semana cualquiera antes de la pandemia.
Cómo serán de graves nuestros problemas, que apenas uno de cada cuatro entrevistados estaba preocupado por el covid. En cambio, 49% estaba preocupado por el desempleo, 44% por la pobreza y la desigualdad y 55% por la corrupción. Los colombianos estamos tan abrumados por la gravedad de la situación social y política que ni siquiera somos conscientes de que nos esperan amenazas aún mayores: apenas 4% declaró que le preocupara el cambio climático y tan solo 9% se siente inquieto por las amenazas ambientales.
Mientras que los analistas políticos esperan con avidez y desmenuzan hasta el último detalle las encuestas electorales, prácticamente ignoran las encuestas internacionales de opinión, cuya capacidad de predicción no es despreciable. Es increíble que el paro que arrancó el 28 de abril y se extendió durante cinco semanas hubiera cogido por sorpresa a los políticos. Ya las encuestas de opinión estaban diciendo que la gente estaba a punto de estallar, no tanto por las cuarentenas, como por la indolencia del gobierno y de los partidos. En vez de haber aprovechado las demandas de cambio, los políticos prefirieron proteger sus intereses y postergar las decisiones. ¿Volverá a pasarnos? ¿Habrá un líder que, por lo menos, sepa leer las encuestas de opinión?