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La estructura territorial del Estado en Colombia sigue intacta. Permanece un Estado autoritario y centralista y no hemos sido capaces de avanzar hacia uno democrático y descentralizado.
Le tenemos pereza a los cambios. El pretexto es que se podría desencadenar una independencia de las regiones o departamentos, pero la realidad es que las élites centralistas tienen miedo a perder el poder.
Contrasta nuestra actitud de inmovilidad territorial con el esfuerzo que se hace en España para analizar los avances de su proceso de autonomía regional.
El caso español se compara con el alemán y el de los Estados Unidos en el libro ‘Desmontando mitos sobre el Estado autonómico’ de Eva Sáenz que cuenta con el prólogo de Felipe González.
Los temas principales son la distribución del poder en los distintos niveles del Estado y el manejo de recursos y competencias. Se destaca la eficiencia en países como Alemania que tienen multiniveles de gobierno en el que hay uno central que coordina los poderes del Estado y garantiza la cohesión de los ciudadanos en el espacio público.
Se cuestiona la eficiencia de la organización constitucional del Estado en España porque hay vacíos en la toma de decisiones por ausencia de una verdadera Cámara Legislativa territorial. También se cuestiona la insuficiencia financiera de las Comunidades Autónomas.
La vulnerabilidad de las competencias autonómicas tiene que ver con la prominencia del Estado central frente a las comunidades autónomas que no modifican el equilibrio territorial del poder. Ese es el verdadero tema de fondo.
En Colombia hablamos de “equilibrio de poder”, pero solo del equilibrio entre las ramas del Estado, muy poca atención se presta al poder territorial. Se mantiene, por lo tanto, un Estado totalmente centralizado que no permite el desarrollo de regiones autónomas.
En Estados Unidos no existe hostilidad hacia las competencias federales. Hay mecanismos eficaces que garantizan que las competencias se cumplan. El Tribunal Supremo de Estados Unidos no asume el papel de árbitro entre las disputas competenciales sino que pone freno a una extensión ilimitada de los poderes del Congreso.
El federalismo de Estados Unidos, gracias a la buena voluntad del Tribunal Supremo Americano, se somete a la mayoría política en el Congreso y la Casa Blanca interpreta el poder del gobierno federal frente a los otros poderes del Estado y los protege. Es el paradigma federal de Estados Unidos.
En Alemania, la Ley Fundamental de Bonn de 1949 aprobó la conformación de las ‘lander’ o regiones. Estas fortalecieron sus competencias y el Tribunal Constitucional Federal trabajó en la búsqueda de un equilibrio territorial del poder como noción fundamental. Lo que cabe es que los Estados Federales tienen una clara división de competencias, reglas de cooperación y financiación entre el centro y los Estado federados.
La influencia de la federación sobre los entes subestatales es mucho mayor y se establece una disciplina de partido tanto en el ámbito legislativo como ejecutivo. Esa disciplina se consigue en Estados Unidos y Alemania y los congresistas dependen de las estructuras nacionales de los partidos y sus potentes grupos de presión para obtener su reelección.
En España, por el contrario, el Senado no funciona con carácter territorial, es aún centralizado, el Estado autonómico es anómalo, comparado con las estructuras federales.
Por eso la práctica del federalismo fiscal en Estados Unidos y Alemania demuestra la supremacía de la federación con respecto a las entidades subestatales. Se debe establecer la responsabilidad del gasto para frenar abusos que se puedan dar desde el centro o desde los territoriales locales.
El Estado a nivel mundial sigue su fortalecimiento con los proyectos federalistas y autonomistas. En Colombia, por el contrario, seguimos aferrados al centralismo.