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La administración Biden lanzó su nueva política de gobierno contra el uso y adicción a las drogas. Estados Unidos llegó a 70.600 muertos en 2019, cifra más alta que las muertes por cualquier otra causa. El uso de drogas sintéticas, opioides y metadona son el vehículo a estas sobredosis que ocasionan muertes. También involucran a la cocaína y otros psicoestimulantes como la metanfetamina.
El gobierno de Estados Unidos necesita disminuir los usos abusivos de sustancias psicotrópicas porque afecta la salud mental colectiva y colapsa el servicio de salud.
El cambio más notable en el enfoque del manejo es la decisión de no encarcelar a las personas por uso de drogas. Se debe llegar, más bien, a un tratamiento.
Hay dos maneras de luchar contra las drogas: contra la oferta o contra la demanda. Lo novedoso es el cambio en la posición gubernamental de ofrecer tratamientos psicológicos de apoyo y ayuda a los involucrados en el mundo de las drogas. Es un paso trascendental. Todo el énfasis anterior de la lucha era solo contra la oferta, por lo tanto, se puso todo el peso de la lucha contra el narcotráfico en los países productores, como Colombia, promoviendo la fumigación incontrolada de los bosques amazónicos. Colombia ha perdido 500.000 hectáreas de Amazonía en los últimos dos años, que es una inmensa responsabilidad de nuestra generación, que tendrá que responder a las siguientes generaciones por la pérdida de estos ecosistemas.
La prioridad de Biden es evitar la expansión de la demanda, o uso de drogas, dando un mayor apoyo a las personas que consumen. El servicio de salud debe tener un tratamiento, y si es necesario, hasta el suministro de la droga, acompañado de servicios de salud y un tratamiento preventivo psicológico, psiquiátrico. Antes el sistema de salud no tenía conexión con la restricción de la droga.
Siempre hubo en Estados Unidos una barrera a este enfoque. El cambio requiere un tratamiento novedoso y complejo desde el punto de vista legal, que el Congreso tendrá que aprobar. Habrá cambios en las políticas relacionadas con la metadona e identificar tratamientos más efectivos para tratarlo como un problema de salud mental.
Otra meta es erradicar las inequidades raciales en el sistema de justicia, en especial con la gente de menor poder adquisitivo, que por sus altos niveles de consumo son los más afectados, y con menor acceso a programas de prevención. Los afrodescendientes y latinos son los más discriminados para llevar a los servicios de salud.
Se necesita identificar los grupos socioeconómicos que más apoyo necesitan para hacer programas especializados, con recursos para atender a todos, sin excepción. Se debe llevar el servicio donde estén las personas, ya que se trata de salvar vidas. Tendrán que hacer énfasis en los jóvenes, ya que 16% de los consumidores tienen menos de 17 años, y 26% está entre los 20 y 25 años.
La política de Biden da también especial atención a la tradicional política de reducir la oferta, y por eso seguirá trabajando con Colombia, ejerciendo un liderazgo y un apoyo interesante en el control de cultivos.
Biden pone el tema de la droga en la agenda de Estados Unidos, no le saca el cuerpo, ni responsabilidad que tienen como país. Pone el mayor esfuerzo en combatir el consumo. Hay que tratarlo con más legalización y control psicológico y social de los consumidores.
Así se dará una especial atención a la pérdida de bosques amazónico en Colombia, fruto de la estrategia equivocada de solo fumigar, porque se le echaba la culpa únicamente a los países productores. Este enfoque tenía que cambiar.